Todo tiene su cara y su cruz. También la concentración parcelaria impulsada por la Junta de Castilla y León que ha permitido agrupar los terrenos en manos de diversos propietarios para dinamizar el medio rural. Una política que, al margen de sus beneficios, ha provocado la desaparición de elementos tan característicos como los guardaviñas, también conocidas como chozas o chozos. Se trata de construcciones de piedra, originales de finales del siglo XIX -aunque algunas datan del siglo XIV y XV-, que usaban los agricultores como refugio ante las inclemencias del tiempo y los guardas de campo como la ‘oficina’ desde donde desempeñaban sus labores de vigilancia.
En los próximos meses habrá que lamentar una nueva pérdida, pues la única edificación de este tipo que existe en el municipio ribereño de Haza será derruido. Un adiós que no parece afectar al alcalde del pueblo, Segundo Beneítez, quien, dice, se limita a acatar las normas del gobierno regional. «Ellos son los que mandan», sostiene, tras explicar que deberán destruirla al haberse proyectado un camino precisamente donde se encuentra. Sin embargo, su localización, en principio, no interfiere en el trayecto al situarse en uno de los márgenes como se aprecia en la imagen de la izquierda sobre estas líneas.
En Gumiel de Izán, donde acaba de reactivarse la concentración parcelaria, tratarán de preservarlas. Así lo adelantó ayer el regidor Jesús Briones: «Las protegeremos tramitando su espacio como propiedad municipal», aseguró, tras cifrar en medio centenar los guardaviñas existentes en su término.
Una labor que ya han realizado en Caleruega, desde donde el alcalde, José Ignacio Delgado, se ha implicado en su recuperación. Además, dijo, como procurador de Ciudadanos en las Cortes de Castilla y León, planteará «una enmienda no de ley para protegerlos» al considerarlos un «elemento que forma parte del patrimonio y la cultura de la región».
Lamentablemente, la voluntad no basta para preservar este legado. De hecho, el factor económico es una de las principales trabas para prolongar su vida: «Hay cosas más importantes», reconoce Jesús Javier Asenjo, regidor de La Horra. Municipio donde el presupuesto no ha permitido actuar sobre las cinco edificaciones que se mantienen en pie. «Ahora estamos con los antiguos lavaderos», informa. «Hay que elegir», lamenta, y aunque reconoce los pros de la concentración, añade a los contras la tala de árboles. «Por suerte en zonas de viñas, parece estorbar menos que en los campos de cereal».