El clima extremo de Burgos ha ido haciendo poco a poco mella en la iglesia del Carmen haciendo que se deteriore y abombe el hormigón y ladrillo de sus fachadas y provocando el desprendimiento de algún trozo de las vidrieras de la parte superior que rodean el edificio con el consiguiente peligro para feligreses y viandantes.
Los padres carmelitas descalzos han decido tomar cartas en el asunto y restaurar el templo. Las obras comenzaron la semana pasada y durarán unos dos meses. Según explicó el padre Carmelo Hernández, se ha optado por una solución que dure en el tiempo en lugar de poner parches. «El vitral se estaba deteriorando cada vez más y corría el riesgo de caerse. Es cierto que se han hecho algunos arreglos, pero los técnicos nos aconsejaron quitarlo entero porque está muy deteriorado y así se evita cualquier problema».
La vidriera tienen un 70 metros de largo porque rodea la práctica totalidad del edificio y algo más de un metro de ancho. Está situada antes del comienzo de la zona piramidal. La complejidad del arreglo, que debe hacerse desde fuera del templo y no desde el interior, ha obligado a la colocación de una estructura de andamiaje que sorprende a los viandantes. «La obra no se podía hacer desde dentro porque se podrá un cristalera más moderna más moderna y que no sufra tanto con las temperaturas extremas de la ciudad», añadió.
Los carmelitas confían en que las obras no se prolonguen más de los dos meses fijados por la empresa restauradora Interiores y Formas debido a la incomodidad que supone para feligreses y paseantes, ya que el andamio ocupa una parte de la acera, aunque se ha dejado un paso bajo la estructura.
La iglesia, situada entre la calle El Carmen y el paseo del Empecinado, es obra de los arquitectos Felipe Abajo y Pedro Gutiérrez y se inauguró en 1968. Está construida con hormigón, ladrillo y pizarra por los arquitectos y es de estilo contemporáneo.
Llama especialmente la atención por su silueta piramidal escalonada en de su exterior y su esbeltez y la claridad de volumen interior. Sustituyó a un derribado edificio barroco, el primitivo convento carmelitano, del que no queda ningún resto.
La única pieza del mobiliario antiguo que se conserva, en el atrio de la iglesia, es un valioso relieve de la Piedad que perteneció al retablo realizado en 1612 por Juan de Muniátegui. Del contemporáneo es de destacar el monumental Cristo crucificado que preside el altar mayor, obra expresionista del escultor Perelló.