Las familias de los 69 religiosos burgaleses que fueron asesinados en España entre los años 1931 y 1939 tienen la suerte no solo de que este domingo vayan a ser beatificados sino, sobre todo, de saber dónde fueron fusilados y, así, poder honrar su memoria, algo que se les niega sistemáticamente a cientos de miles de personas que también perdieron la vida en esos años trágicos (y aún alguno más tarde) y que siguen perdidas por las cunetas. En el acto en el que tendrá lugar esta declaración de que pueden recibir culto público -tal es la definición que la Diócesis da de la beatificación, paso previo a la canonización- se honrará de la misma manera a otros 453 de distintos puntos de España.
La cita será en Tarragona y con motivo del Año de la Fe. Saturnino López Santidrián, responsable diocesano para la causa de los santos, calificó ayer a estos religiosos (también hay algún laico en el montante total) de «mártires de la persecución española del siglo XX, entre 1931 y 1939 y no de la Guerra Civil, pues no combatieron en ningún bando ni empuñaron arma alguna: solamente la de la fe». Con su beatificación, aumentan la cifra de personas inscritas en el santoral diocesano hasta 167.
Será el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el encargado de declarar beatos a estos 69 burgaleses, aunque pertenecientes a la Diócesis son sólo 68 ya que uno de ellos nació en Condado de Treviño, perteneciente a la de Vitoria). El arciprestazgo que más mártires aporta a esta causa es el de Amaya, con 18. Le siguen el de San Juan de Ortega, con 17, y el de Ubierna-Úrbel, con 10. Burgos se convierte así en la segunda Diócesis que más mártires aporta a la causa, después de Tarragona, con 75.
El lugar donde fueron asesinados más burgaleses fue la provincia de Madrid, seguida de las de Tarragona, Toledo, Valencia, Huesca, Cantabria, Ciudad Real, Málaga, Teruel, Barcelona y Castellón (aunque también hubo fusilamientos en Guadalajara, Lérida, Asturias, Vizcaya o Cuenca).
La mayor parte pertenecían a la orden de los Maristas (26), seguida de La Salle (17)y los Vicencianos (5). También hay capuchino, claretianos, mercedarios, hijas de la Caridad (solo hay 5 mujeres en total), carmelitas descalzos y de la antigua observancia, redentoristas, benedictinos y de la Sagrada Familia.
La edad media de estos religiosos es de 37’26 años, lo que indica que en su mayoría, los nuevos beatos fueron asesinados muy jóvenes. Francisco Alonso y Silvano Villanueva, por ejemplo, apenas tenían 20 cuando murieron. Del grupo, el más mayor es Pedro Romero Espejo, que murió con 67.
El Centro Diocesano de Peregrinaciones, que dirige Julián Gumiel, ha organizado un viaje a Tarragona, al que ya se han sumado 240 personas entre familiares, miembros de las congregaciones a las que pertenecían los asesinados o de sus pueblos de origen. Además de asistir a la ceremonia de beatificación, los viajeros participarán en una eucaristía presidida por el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, en el monasterio de Montserrat la mañana del sábado, día 12, festividad de Nuestra Señora del Pilar.