La violenta tormenta de granizo, acompañada de lluvia y un fuerte aparato eléctrico, dejó, además de llamativas instantáneas, cuantiosos daños en cultivos -especialmente huertas-, construcciones y vehículos a su paso por numerosas localidades del oeste de la provincia y de la comarca burebana así como en la capital burgalesa. En el polígono de Villalonquéjar el pedrisco provocó algunos agujeros en la cubierta de uralita del edificio Paddel Room y abolló y reventó lunas de vehículos estacionados. En la barrida Yagüe también se evidenció la pedregada sobre los coches. Los bomberos de Burgos debieron acudir a la glorieta Juan Gil, donde se había formado además una enorme balsa de agua, que fue achicada.
El abundante granizo, que en algunos casos superaba el tamaño de un huevo de gallina, también se registró en municipios como Estépar, Buniel, Albillos, San Mamés, Quintadueñas, Sotopalacios, Quintanilla-Vivar y otros muchos pueblos situados en la línea de actuación de esta tronada, un fenómeno meteorológico de gran virulencia, que se inició en a primera horas de la tarde en el límite entre Burgos y Palencia y que en la provincia de Valladolid tomó forma, además, de tornado.
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La formación de esta nube convectiva de desarrollo vertical y de grandes dimensiones, según señalaron los especialistas, tiene su origen en la llegada durante los últimos días de gran cantidad de aire subtropical muy cálido y a la vez húmedo, que ha encontrado en la atmósfera el combustible necesario para la formación de una enorme cantidad de granizo que se ha ido descargando de una forma aleatoria por algunos de los lugares por los que pasó en su ‘viaje’ hacia el norte. Miles de rayos, acompañados en algunos lugares de truenos, iluminaron el paso de la tormenta que se inició en el límite entre Burgos y Palencia a las 20.30 horas.