Parte de los fondos que iban a dar forma al fallido Museo del Ferrocarril de Miranda han ido a parar a colecciones de Aranda de Duero y Azpeitia. No hay marcha atrás. Su propietario, Julio García, sí quiere explicar, no obstante, su versión de los hechos, desmintiendo las declaraciones del alcalde, que hace unos días aseguraba que si el museo no había salido adelante era por culpa del propietario, a quien «por activa y por pasiva» se le habían requerido las condiciones para firmar un convenio.
Ante esto, y mediante un extenso documento de diez folios entregado a los medios de comunicación, el gestor del Museo del Ferrocarril III Generaciones expone que la responsabilidad de todo lo acontecido es del propio alcalde, cuya «inoperancia, irresponsabilidad y protagonismo han dado al traste con todo el proyecto» para el que, en el fondo, considera que el Ayuntamiento «no tenía un duro para acondicionar las instalaciones» del Centro Cívico.
Subraya que nadie del Consistorio se puso en contacto con él para firmar un convenio en el que se detallaran aspectos tales como la configuración del Museo, las medidas del seguridad, los horarios y los seguros de los fondos depositados, haciendo hincapié en que el único contacto que ha mantenido con Campo fue a primeros de noviembre, cuando ambos coincidieron en una pastelería. En aquel momento, el alcalde le dijo que le entregara la catalogación de los fondos, sin esperar a ver el convenio. «¿Ven serio que desde febrero (de 2013) hasta noviembre no se diga nada y cuando se diga sea en las circunstancias y lugar que se hizo?».
García recuerda también la «falta de seriedad» del alcalde ante la adquisición de un vehículo automotor eléctrico 432 por el que «mostró gran interés» para colocarlo en los exteriores del Centro Cívico. El vehículo se consiguió, pero se encontraba en un apartadero de Noain. «Tras múltiples llamadas» a Fernado Campo para acordar su traslado, porque suponía un coste económico tenerlo paralizado en la vía, el proyecto se fue al traste «porque la Fundación de los Ferrocarriles Españoles no podía soportar más la carga económica que le suponía». Quizás hoy, añaden, ya esté desguazado.
También niega que detrás del museo haya habido un interés económico por la cesión de las piezas. García concluye que desde el Ayuntamiento «son tan pobres de espirítu que no llegan a comprender que alguien haga algo por afición sin pensar en ningún beneficio material; solo por la satisfacción de hacer lo que le gusta».