Tres delincuentes burgaleses con innumerables antecedentes penales creyeron que iban a encontrarse con las puertas de la sala de fiestas Ikebana (antigua Montecarlo) abiertas de par en par, para sustraer todo aquello que quedara al alcance de su mano. Craso error. Subestimaron las medidas de seguridad de la discoteca situada en el barrio de Cortes. No se trataba de una potente alarma o de modernas cámaras que detectan el movimiento, era un vigilante que mostró un exceso de celo en su misión de custodiar la propiedad. Recibió a los ladrones armado con un cuchillo e hirió a dos de ellos, a los que causó lesiones en el cuello y en las manos.
Los cacos salieron de allí corriendo ante tan violenta bienvenida y no dudaron en acudir a la Comisaría. Segundo error. Lógicamente no relataron a los agentes a lo que realmente habían ido a la discoteca sino que se inventaron una versión que no despertara sospechas. Adujeron que habían ido a buscar a un amigo, pero no coló. Entre que las instalaciones estaban cerradas a esas horas y su fama de no vivir precisamente conforme a las normas del Código Penal en Comisaría no tardaron en atar cabos.
Varias dotaciones se desplazaron hasta el establecimiento y encontraron al vigilante, extranjero de 36 años de edad e iniciales Z.S., que fue inmediatamente detenido. Pero los investigadores también pudieron determinar, tras la entrevista con otro arrestado, que habían ido allí con intención de llevarse diverso material, porque uno de ellos había estado vinculado con la empresa que venía explotando el negocio hasta fechas recientes.
Al parecer el vigilante les advirtió para que se fueran, pero ellos no le hicieron el más mínimo caso y se enfrentaron con él, que les acometió con un cuchillo y les obligó a huir. Los tres ladrones arrestados después son G.H.G., de 36 años; E.H.H., de 24, y C.F.L., de 29, presuntos autores de un delito de robo en grado de tentativa. Z.S. es supuesto culpable de delitos de lesiones.