Martín García analiza en 'Alcores' la clase obrera de Pradoluengo

R.P.B./Burgos
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El historiador analiza con detalle el proceso de industralización en la localidad burgalesa entre comienzos del siglo XIX y primeras décadas del XX, que trajo consigo una bipolarización social y la proletarización de fabricantes

Una familia pradoluenguina con la lana tendida. Años 30. - Foto: diariodeburgos.es

Juan José Martín García, profesor de Historia Económica en la Universidad de Burgos, ha conseguido lo que parecía un imposible: que la revista ‘Alcores’, la mejor publicación especializada de historia contemporánea de Castilla y León, haya incluido, después de diez años de existencia, un tema burgalés. Se trata de la investigación El obrero de esta villa es sufrido...: clase obrera y conflicto social en el este burgalés: Pradoluengo (1820-1936), en la que su autor analiza cómo el proceso de industrialización operado en esta localidad burgalesa desde la mecanización de la segunda década del siglo XIX hasta el primer tercio del siglo XX «trajo consigo la progresiva bipolarización social y la proletarización de los antiguos fabricantes preindustriales».

Martín García desvela cómo se acentuaron las diferencias entre fabricantes y obreros, así como las duras condiciones de vida de un sector mayoritario de la población, «que perdió sus medios de producción y se proletarizó». También apunta el autor el duro trabajo desarrollado por los niños y las mujeres (aunque se trabajo permaneció oculto en las casas, el historiadores asegura que desde los siete años los niños comenzaban a trabajar sistemáticamente) «y la reacción ‘suave’ de los obreros, quienes fueron ‘reconducidos’ por parte del sindicalismo católico». Con la proletarización, abunda el historiador burgalés, surgieron problemas derivados de la mayor dureza en las condiciones de trabajo, los reducidos salarios «y, el más grave de todos, el paro obrero». Además, subraya que el sistema laboral a destajo provocó la carestía o la sobrecarga temporal de trabajo, cubierta con jornales de supervivencia».

«El obrero pradoluenguino será condescendiente con su suerte y mostrará escasa capacidad organizativa. La precariedad en la higiene, la inexistencia de medidas de seguridad en las fábricas, la escasa alimentación -causa del elevado número de enfermedades-, y las penosas condiciones de vivienda, contrastan con las opulentas condiciones de vida de los grandes fabricantes y de la burguesía de indianos y comerciantes», escribe el autor.

Por último, Martín García hace hincapié en que las obras públicas municipales y las limosnas de la oligarquía maquillan una situación ‘desagradable’ a ojos de estos últimos. Y concluye señalando que la llegada de la II República pareció operar entre los obreros un tímido empuje hacia la organización de sindicatos de clase que, sin embargo, «tienen un corto recorrido. Los años de posguerra cubrirán con un manto gris ideas, comportamientos y situaciones económicas deplorables, cuya única válvula de escape fue la emigración y cuyos coletazos diferenciadores han estado vigentes hasta los años ochenta del siglo XX».

El obrero de esta villa... El título del artículo publicado por Martín García tiene su origen, como recoge en el texto, en la definición que de la clase obrera pradoluenguina hicieron en 1905 los médicos higienistas: «El obrero de esta villa es sufrido, no está aún infeccionado por las doctrinas de los grandes centros fabriles: es feliz no faltándole trabajo y se resigna cuando escasea, conformándose en las épocas de crisis industrial con el poco trabajo o jornal que le dan...».

Juan José Martín García es doctor en Historia por la Universidad de Burgos y su tesis estudió la industria textil de Pradoluengo entre 1720 y 1939. Ha publicado ya siete libros y una docena de artículos en revistas especializadas sobre comercio, logística, historia empresarial. En este último, como hemos visto, analiza la bipolarización social en la época contemporánea.