Marticorena, el genio pasado por agua

R. Pérez Barredo / Burgos
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La Galería Río 10 de Quintanilla Vivar inaugurará el próximo 27 de noviembre una exposición de José Marticorena. Cuarenta impresionantes acuarelas de diferentes formatos y variada temática que resumen toda su trayectoria

El artista, en su casa, con varias de las obras que se exhibirán en la muestra. - Foto: DB/Miguel Ángel Valdivielso

Hay dos cuadros de grandes dimensiones que impactan a la vista; si se observan con cierta distancia, recuerdan a las obras hiperrealistas de Antonio López. En esos lienzos está retratada la Gran Vía de Madrid. Son realmente espectaculares. Pero no son óleos, ni los firma el pintor madrileño. Son acuarelas y en la parte inferior de cada una de ellas se puede leer el inconfundible autógrafo de Marticorena, aunque no necesitaría este apasionado artista estampar su nombre para que todo el mundo supiera que esas acuarelas que lo dejan a uno mudo son suyas y no pueden ser de nadie más que suyas. Después de varios años sin exhibir su obra en Burgos (que no sin trabajar ni vender ni mostrar su arte en diferentes rincones del país), José Marticorena, de 74 años magníficamente llevados, está ultimando su nueva exposición.

Será en la Galería de Arte Río 10 de Quintanilla Vivar y la exposición contará con cuarenta obras de diversos formatos en las que prima el figurativismo por encima de lo abstracto. No se trata de una muestra cualquiera. Pasado por agua, título de la misma, es un selección de obras de distintas épocas, una suerte de muestra antológica de este genio de la acuarela que ha salido adelante -«casi contra mi voluntad», dice el artista con humor- gracias al empeño de la galerista Mónica Freijo. «Marticorena es un pintorazo, tiene una colección de premios impresionante, y yo deseaba poder enseñar esas impresionantes acuarelas en la galería», asegura Freijo.

Marticorena parece inmune a los halagos. Él pinta por necesidad. «Ahora estoy disfrutando más que nunca», reconoce el pintor, que es pura energía, que se levanta, se sienta, se acerca a un cuadro, lo toca, regresa, se aleja, enseña esto y lo otro... No para. «Ya no pienso en otra cosa que en disfrutar. No sé si porque me he vuelto pasota o qué, pero lo demás me da de lado o viene por añadidura». Esa falta de presión externa, el mero hecho de que el artista sólo se preocupe por disfrutar, se percibe en sus últimas composiciones: son perfectas. Y eso que Marticorena cada vez afronta retos más complejos, cuadros de grandes dimensiones, poco habituales en la técnica de la acuarela, que hay que pintar en horizontal, lo que dificulta sobremanera el control de la perspectiva, realmente imposible de dominar.

Su figurativismo, admite, no es puro. «No es un figurativismo clásico, tiene un importante toque de abstracción», asegura. Aunque en la exposición de Río 10 la mayoría de los cuadros serán figurativos, el artista se siente más cómodo haciendo abstracto. «Así doy más salida a mi imaginación. Con la acuarela, al estar hecha con agua, sucede algo muy singular, y es que nunca sabes cómo te queda una obra hasta al final. El agua es muy caprichosa. Y la acuarela es muy sorpresiva. Y eso ayuda para hacer abstracto».

La acuarela tiene sus secretos. Exige precisión, inspiración, dominio del dibujo, frescura y espontaneidad, transparencia y rapidez. Marticorena conoce esos secretos a la perfección. Es un maestro. Uno de los grandes. Basta un vistazo a uno de esos grandes lienzos urbanos o a un paisaje nevado o una estación de tren en la que la gente va y viene proyectando sus sombras, su vida. Marticorena ha depurado su técnica desde que empezó a pintar acuarela.Es la misma, dice, pero más sofisticada. Por eso no habla de evolución a propósito de Pasado por agua, aunque haya obras de todas las épocas desde que empezó en este mundo de color y agua.«Más que una evolución lo que puede verse es el cambio de expresión. Vas cambiando de estilo, de temas, de forma de mirar. Con los años ves las cosas de manera distinta. Pero la técnica siempre es la misma».

Marticorena pinta «casi todos los días aunque no venda casi nunca», dice riendo. Bien en su casa-museo de Olmos de la Picaza, bien en su luminosa residencia en la capital, el pintor no descansa. Y aunque haya accedido a regañadientes a hacer la exposición, admite estar ilusionado. «Nos gusta que la gente vea nuestro trabajo, más allá de que vendas o no. Y la opinión de la gente siempre te sirve para seguir aprendiendo. Espero que a la gente le guste. Habrá cuadros grandes y pequeños, para todos los gustos... y bolsillos», apostilla el artista con sorna mientras una sonrisa aflora en su rostro. «La cultura siempre ha estado en crisis», reflexiona como punto final Marticorena, el genio pasado por agua.

*Pasado por agua se inaugurará el 24 de noviembre y la exposición permanecerá en Río 10 hasta el 31 de enero.