Nacido hace 46 años en el pequeño municipio de Cilleruelo de Abajo, Roberto Aragón es el gerente de una de las bodegas de la Ribera del Duero más afamadas de toda la provincia. Si bien toda la vida elaboraron sus propios vinos, fue hace 20 años cuando Cillar de Silos surgió con su primera producción. Desde entonces, esta empresa familiar, que fundó su padre, Amalio, y que ahora gestiona con sus otros dos hermanos, Óscar y Amalia, no ha dejado de crecer y ganarse los elogios de la crítica La última alegría, hace dos semanas, con el premio Envero al mejor vino joven.
Le faltan horas en el día para cumplir con los compromisos. Casi entre plato y plato, Roberto Aragón planta por unos minutos a sus compañeros de mantel para charlar con Diario de Burgos y destripar la actualidad del sector. Entrada la tarde se convertía en el protagonista del proyecto Iniciador, en donde relató a los asistentes la historia de una bodega familiar, Cillar de Silos, que desde que naciera hace 20 años no ha dejado de crecer.
A principios de mes conocimos que los vinos de la Ribera del Duero ganan cuota de mercado y reducen distancias con el Rioja. ¿A qué cree que se debe?
Supongo que el consumidor está probando nuevas cosas y que no bebe solo Rioja. Es él que decide hacia dónde van los mercados. Entiendo que estamos más acertados, entre comillas, con lo que piden: vinos con más fruta y con menos madera.
Hay quien cree que su sector se está salvando y que no está sufriendo la crisis. ¿Es eso cierto?
Para nada. El mercado nacional ha bajado entre un 25% y un 30% durante la crisis. Nosotros dependemos de que la gente salga a comer y si eso baja, nosotros lo hacemos también. El consumo de vino en España está bajando mucho. Estamos entre 15 y 19 litros por persona al año. Es la mitad que en Italia, Francia, Portugal... Y eso es muy preocupante para una país productor como el nuestro, el primero de Europa, y teóricamente con cultura de vino. Supongo que es por desinformación, porque no se conocen.
¿Está siendo la exportación la que les está salvando?
Es nuestra salvación ahora mismo. Nosotros exportamos un 37% de lo que hacemos y tenemos que llegar al 50%. Es la única manera de equilibar los mercados. Lo que perdemos aquí recuperarlo fuera.
¿En qué parte del mundo se puede catar un Cillar de Silos?
Estamos en Estados Unidos, Méjico, Puerto Rico, Inglaterra, Suiza, Alemania, Australia... La verdad es que por todas las partes del mundo. Donde más esfuerzo estamos haciendo ahora mismo es en la exportación. Nuestro objetivo es intentar abrir cada año mercados nuevos.
¿Están los vinos españoles en la elite mundial?
Los vinos que hacemos son muy buenos y podemos competir en el mercado internacional. Pero también es cierto que tenemos que trabajar más, dejar de mirarnos tanto al ombligo. Muchas veces pensamos que la competencia solo la tenemos aquí y cuando sales fuera es cuando te das cuenta de lo que hacen el resto. Ves que los productos son de todos los lados excepto españoles. Tenemos buenos vinos, pero tenemos que hacer mucho trabajo en exportación para que realmente se nos reconozca. Yo creo que se nos conoce menos de lo que nosotros creemos. Y en todo caso, más el Rioja que el Ribera.
En Cillar de Silos producen entre 340.000 y 350.000 botellas al año. ¿Dónde está el tope?
Nos lo marca el clima y las viñas con las que trabajamos, que prácticamente son las mismas. Tenemos 68 hectáreas propias y controlamos otras 100 de viticultores a través de arrendamiento.
El Torresilo recibió el máximo galardón en el International Wine Challeng y hace apenas un par de semanas les reconocieron con el premio Envero al mejor vino joven. ¿Dónde está el secreto?
Es un cúmulo de detalles. Lo primero es la viña, luego tienes que saber hacer ese vino, la gente que haya detrás, tener buenas maderas... No es cuestión de una sola cosa, influyen muchas variables. Tienes que estar acertado en cada uno de los palos que tocas. No creemos que tengamos el mejor, pero sí un buen vino, competitivo. Como he dicho, no solo compites aquí, lo haces con todo el mundo. Tu tiras una pelota al aire y caiga donde caiga hay buenos vinos. Eso es complicado.
¿Qué puede tener el Ribera que no tenga el Rioja?
Son muy diferentes. Los vinos de Rioja pueden ser tan buenos o mejores que los nuestros, pero al final el que trabaja bien hace buen vinos en todas partes. La diferencia está en el suelo y el clima, que es lo que no se puede cambiar. Eso, y en nuestras variedades autóctonas como el tempranillo, que es la base de toda la denominación. Es una variedad muy noble con la que creo que se pueden hacer buenos vinos a nivel internacional.
¿Es una leyenda urbana aquella que dice que un Ribera para ser bueno tiene que ser caro?
Un vino cuando es bueno es bueno. Y nunca se mira si es caro o barato. El precio no tiene por qué indicar que un vino es mejor o peor. Es el cúmulo de detalles del que hemos hablado antes para que el vino vaya creciendo.
¿Se han visto obligados con la crisis a tener que bajar los precios?
No es que hayan bajado mucho, creo que menos que otras denominaciones, pero nos hemos ajustado, como cualquier sector.