n.l.v. / castrillo de la vega
Los peores presagios se han convertido en realidad y el Centro Terapéutico Adroga, que desde hace un cuarto de siglo funciona en las instalaciones que los Espiritanos tienen en Castrillo de la Vega, trabajando por la rehabilitación y reinserción social de las personas que sufren algún tipo de adicción, dejará de funcionar a fin de año. Una decisión adoptada por los responsables del centro tras ser informados la semana pasada de que, a partir del 1 de enero, no se contará con los fondos que anualmente llegaban del Ayuntamiento de Madrid, y que suponían más del 50% de su presupuesto anual.
Tal y como se temía, e informó este periódico en esta misma sección el pasado 7 de diciembre, la Comunidad de Madrid ha asumido la gestión del Instituto de Adicciones, dependiente hasta ahora del Consistorio capitalino, y ha suprimido los convenios que éste mantenía con las comunidades terapéticas de las características de la ribereña. «La Comunidad contemplaba otro tipo de asistencia sobre drogas que no incluye el tratamiento en centros como éste y, entonces, no nos renuevan», explica José Alfonso Arribas, director del centro.
El acuerdo que le vinculaba a Adroga suponía una aportación mensual de entre 23.000 y 25.000 euros mensuales para el mantenimiento del centro. Tras la pérdida de este montante, Adroga se convierte en un servicio inviable ya que «supone más de la mitad del presupuesto» y sin los más de 200.000 euros que globalmente llegaban de las arcas madrileñas, es imposible asumir los gastos mínimos de personal y mantenimiento que conlleva el funcionamiento de la comunidad.
Aunque el cierre se hará efectivo el próximo 1 de enero, ya se ha empezado a trabajar en el ‘desmantelamiento’ del servicio, que como una de sus primeras consecuencias, tendrá el inminente despido de los once trabajadores que tiene el centro, que desde hace años se ha visto afectado por un expediente de regulación de empleo y que, este ejercicio acumula ya varias mensualidades sin cobrar ante el retraso de las Adminsitraciones en abonar sus ayudas.
Además, ha empezado también a derivarse a los internos que aún recibían tratamiento en Castrillo de la Vega a otros servicios. De esta manera, a los castellanoleoneses que aún se beneficiaban de estas instalaciones, la Junta de Castilla y León les da la oportunidad de integrarse en otras comunidades terapéuticas, mientras que los pacientes llegados desde Madrid pueden acogerse a los servicios que oferta esta comunidad en la actualidad «bien ambulatorio o bien en piso».
Aunque la capacidad del centro rondaba las 35 plazas, debido a disminución del número de personas derivados desde Madrid, en los últimos meses se rondaban los 25 usuarios, de los cuales en estos momentos apenas quedan una quincena. El planteamiento de los responsables de Adroga es que todos hayan podido encontrar un nuevo acomodo antes del 24 de diciembre para, en la última semana del año, poder hacer frente a las labores del cierre definitivo.