En el atelier madrileño de alta costura Thename, situado en pleno barrio Salamanca y que viste a numerosas actrices españolas para las alfombras rojas, se venden pañuelos de seda pintados a mano que mucho tienen que ver con La Bureba. Su autora es Cristina Ruiz Baña, una veterana pintora autodidacta con unos cuantos veranos infantiles disfrutados en Las Vesgas de donde es su padre Francisco. «En la base de mi trabajo, aunque ha ido evolucionando con el paso del tiempo, están los colores del campo de La Bureba», afirma. Y por ello, seguramente el primer pintor que le llamó la atención fue Van Gogh con sus paisajes rurales.
En los años 80, Cristina Ruiz empezó a hacer versiones en tela de obras del genial pelirrojo. Nacida en Vizcaya y residente en Madrid desde hace casi dos décadas, la artista de raíces burebanas remata este mes una nueva línea de pañuelos inspirada en la representación de flores de Gustav Klimt y tiene en estudio una serie para pared de seda decorativa.
Según explica, complementa el trabajo en seda con el trabajo acrílico en lienzo porque esa exploración enriquece todo el proceso. «Lo que me gusta de pintar tejidos es que tiene una doble vertiente: me permite expresarme y al ponérselo alguien, la pieza está viva», apunta. En cuanto a sus cuadros, indica que trata de exponerlos en espacios poco convencionales pero siempre envolventes y anuncia que en septiembre participará en una muestra colectiva que se instalará en la sala Barakart de Barakaldo (Vizcaya). En Burgos todavía no ha expuesto nunca pero le encantaría hacerlo.
Sobre sus clientes, explica que tienen «una determinada sensibilidad artística que les hace apoyar a gente que dedica parte de sus vidas a hacer trabajos con tanta incertidumbre como es la pintura». Las piezas pintadas en seda por Cristina Ruiz pueden ser vistas y compradas en internet (http://cristsilk.jimdo.com) o de forma presencial en la tienda Thename, de Madrid. «El mantenimiento de los pañuelos de seda se hace bien: se lavan a mano con jabón para prendas delicadas y se planchan del revés o con una tela protectora por encima», afirma.
La actividad artística de Cristina Ruiz es minoritaria pero eso no quita que esté a salvo del vaivén de los mercados internacionales. Las pinturas que utiliza proceden de Alemania y ya han dejado de fabricarse mientras que la importación de pañuelos de seda ha subido bastante de precio y ha reducido el tipo de calidades que se pueden conseguir. Pero estos cambios no frenarán el trabajo de Cristina Ruiz. «Hay que hacer del defecto virtud; si te lo ponen difícil, tendrás que darlo más vueltas y buscar nuevos espacios», asegura. Eso sí, nunca faltará en sus futuras piezas las reminiscencias de La Bureba, sus colores y sus espacios abiertos. Este verano, tras un largo paréntesis, la pintora regresará al pueblo de su familia, a Las Vesgas de Bureba. «Tengo muchas ganas de reencontrarme con la gente de allí», concluye.