El tren del olvido

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Todo fluye. Nada permanece. ¿O sí? No es el tiempo el que pasa: somos nosotros...

Photo Club (Años 20-60)

Una vez silbó el tren. Ahora lo único que se oye es el viento, que se enreda en la maleza y se cuela como un aullido invernal por los postigos entreabiertos de la estación de Poza de la Sal, que languidece extraviada, hipnótica, como un hallazgo repentino en mitad de la nada, añorando el paisaje de traviesas y pasajeros que una vez le dieron sentido. Por los raíles que ya no existen discurre ahora otro tren. Sus vagones van cargados de sueños, esperanzas, ilusiones. Mercancía que no llegará a ningún sitio. Irá y volverá, pero no se detendrá nunca. No hay estación de destino para el tren del olvido.