El empresario Fernando Peña, dueño de la empresa OLPE Ingeniería, desmiente el tópico de la vocación empresarial. Al menos en su caso. Aún recuerda el día en que era empleado de Calor y Frío Industrial, con «un horario de 7 a 3, sabiendo el 1 de enero las vacaciones que iba a tener ese año y con tiempo libre para las aficiones». Pero fue la quiebra de la empresa en la que trabajaba la que marcó su destino. «Por obligación», asegura, se vio en la necesidad de montar su negocio utilizando como taller un rincón de la casa de sus padres. Hoy, 25 años después, puede presumir, tras dos ampliaciones, de prestar servicio para algunas de las empresas más importantes de la ciudad como la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, el Grupo Siro, Mahou-San Miguel, L’Oréal... Empezó el solo y ahora la plantilla la forman 34 personas.
Estos méritos, y otros más, no han pasado desapercibidos para la Federación de Empresarios del Metal, que han pensado que OLPE Ingeniería era merecedora de su máximo galardón, el Premio Femebur 2015. Esta pyme ubicada en el polígono de Villalonquéjar, se dedica la ingeniería de procesos, el mantenimiento industrial, la distribución de material electrónico y diseña máquinas a medidas de las empresas. Destacan sus aplicaciones, tal y como ejemplifican, en techos de automóvil, cortadores de casquillos, en líneas de envasado automáticas...
Esa falta de vocación inicial y el esfuerzo por hacer crecer la empresa ha hecho que ahora, cuando cede el testigo de su empresa a sus hijos Fernando y Susana, asegura sentirse «satisfecho» por la obra que deja. Para ser exactos, él y la directora financiera y de Recursos Humanos, Mercedes Olalla. Que también es la mujer del fundador. «Hemos disfrutado mucho con esto y hemos trabajado en lo que nos gusta», asegura ella.
El presidente de la Confederación de Asociaciones Empresariales (FAE) y también máximo representante de Femebur, Miguel Ángel Benavente, destaca a OLPE como «un claro ejemplo» de la importancia que tienen las micropymes y describe a Fernando Peña como «el modelo de empresario que apuesta por lo suyo». Que, como en cualquier pequeña empresa, tiene que aprender «conocimientos fiscales, mercantiles, en riesgos laborales.... Las obligaciones son las mismas que para una multinacional con 500 trabajadores», ensalza.
Ahora el testigo queda en manos de Mercedes y de sus dos hijos, a quienes se les presenta el reto de mantener la trayectoria de prestigio de esta empresa ubicada en el polígono de Villalonquéjar (calle Merindad de Montija, 18). El día 20 se hará la entrega del premio en la cena anual de Femebur en el hotel Palacio de la Merced.