Compartían viaje a Madrid. Serio y concentrado el padre, pensativo el hijo. El primero calibraba sus opciones de conseguir aquel trabajo. El segundo lo daba por ello, aunque se cuidó muy mucho de exponer en alto su corazonada. «Si elJuanNavarro es el que yo conocí en la Universidad, no tengo ninguna duda de que le va a elegir a él», cavilaba José Manuel Méndez hijo. Y así fue. Diez años después, JuanNavarro Baldeweg y José Manuel Méndez Pozo son algo más que arquitecto y aparejador de la obra por excelencia de la ciudad en las últimas décadas. ElComplejo de la Evolución Humana unión sus vidas.
Personalidades muy similares, profesionales complementarios. Navarro ha sido el cerebro del Solar de Caballería. Méndez dotó de pulso a la obra. Fue el latido diario del complejo y quien se peleaba con las diferentes administraciones cuando veía que aquello no adquiría el ritmo adecuado.Porque donde ahora brilla la luz y mana la fuente hubo hace no tanto un enorme agujero, lleno de dudas e incertidumbre.
«Tiene una larga trayectoria como aparejador en el más puro sentido de la palabra. José Manuel siempre ha estado en la dirección de obra, ha sido su alma máter», resume Jesús Manuel González Juez, presidente delColegio de Aparejadores yArquitectos Técnicos de Burgos, que hoy le entregará la distinción por su notoriedad profesional.
Si ya es difícil conseguir imágenes de Navarro, pese a la proyección internacional no solo de sus creaciones arquitectónicas, también pictóricas; es casi imposible de Méndez. Y en las pocas que hay nunca está solo. Otro reflejo de su personalidad. «Presume únicamente con su trabajo.No tiene problemas en dar un paso a un lado y dejar que el protagonista sea otro. Tampoco trata de imponer su opinión», afirma su hijo José, que ha trabajado con él en otra infraestructura crucial para Burgos, el Centro de Iniciativas Turísticas (Citur) de Nuño Rasura.
Porque pese a su vinculación directa a la vivienda en el Grupo RíoVena, donde ha ejercido diferentes responsabilidades, son muchos los trabajos que ha firmado para instituciones públicas y privadas, entre las que destaca toda la labor de expansión de Caja Rural -ahora Caja Viva- en Burgos y otras provincias limítrofes.
Muy especiales para él son las obras realizadas para la Congregación de Hermanas Angélicas, de la que es benefactor. Su contacto con las religiosas se remonta a su primer destino profesional,Llanes. Llegó tras acabar la carrera en la última promoción de la Escuela Universitaria de Aparejadores de Burgos, a donde regresó en 1975.
Entre un colegio nuevo, el de Fuentecillas, y un clásico como el Liceo Castilla, se suceden las actuaciones profesionales hasta superar las 300. Algunas altruistas, como la del Banco de Alimentos, otras notorias, como el campo de fútbol Nueva Balastera de Palencia, firmado por otro renombrado arquitecto, Pachi Mangado.
No obstante, prefiere no alejarse mucho de Burgos.Ni siquiera tentado por el amigoNavarro. Y eso que no tiene «ninguna intención de jubilarse», desvela su hijo José. «Si es que es su pasión. No hace otra cosa que trabajar y senderismo». Y en ambas le queda aún mucho camino por delante.