En torno a una veintena de familiares y amigos del etarra José María Pérez Díaz aguardaban desde la noche del jueves a las puertas de la cárcel de Burgos su puesta en libertad. El Constitucional le había concedido el amparo a él y a otros dos presos -José Ignacio Gaztañaga y Juan María Igarataundi- que cumplían condenas efectivas de 30 años de prisión en aplicación de la ‘doctrina Parot’. Dicho principio establece la reducción de penas por beneficios penitenciarios respecto de cada una de las condenas individualmente y no sobre el máximo legal permitido de permanencia en prisión, 30 años.
Otros 24 presos solicitaron también el amparo del Constitucional, pero el Tribunal solo lo ha concedido en aquellos casos en los que los reclusos tenían ya fijada su salida de prisión antes de la entrada en vigor de la ‘doctrina Parot’. Pérez Díaz, que llevaba en la prisión de Burgos siete años, ha cumplido en total 25 de cárcel. Su salida estaba prevista para diciembre de 2008, pero la aplicación del mencionado precepto legal alargó su estancia entre rejas hasta el 6 de junio de 2017. Ahora el TC ha considerado que debe estar en la calle.
Sus familiares y allegados viajaron a Burgos el jueves por la noche y acudieron hasta la puerta del centro penitenciario confiando en que fuera liberado antes de las 12 de ese día. No fue así. En la mañana de ayer la Audiencia Nacional recibía el recurso de amparo y solicitaba a la cárcel la liquidación de condena. Por la tarde, enviaba al Juzgado de Guardia de Burgos el mandamiento de libertad, que un funcionario entregaba poco antes de las 18 horas en la puerta de la prisión. A los pocos minutos, su hermana, su cuñado y sus sobrinos lo recibían en el patio y, portando una ikurriña y entonando cánticos vascos, se encontraba con el resto de la comitiva en la carretera de acceso a prisión. Brindaron con cava y dos de las integrantes del grupo bailaron un aurresku de honor para celebrar su salida de prisión.
Nacido en Zarautz en 1962, fue miembro del comando Goierri-Costa y compañero, entre otros, del sanguinario José Antonio López ‘Kubati’, asesino de Yoyes. Fue condenado a 197 años de cárcel por, entre otros, un atentado en el que murió un guardia civil en 1986. Un año después era arrestado y conducido a prisión, donde entró en 1987. Su comportamiento en la cárcel de Burgos «siempre fue bueno», señalan fuentes de la prisión. El pasado mes de enero sufrió un infarto y la izquierda abertzale pidió su excarcelación por enfermedad. En la actualidad quedan 5 etarras en Burgos.