«Me gusta ir a Jaramillo y a Barbadillo a entrenar y a desconectar»

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Javier AbadAtleta

Durante este verano, Javier Abad ha estado en Barbadillo del Mercado, localidad a la que corresponde la imagen, y también en Jaramillo, pueblos de sus padres. - Foto: Azúa

B. Antón / Barbadillo del Mercado

El mediofondista burgalés, campeón de España de 1.500 en el 2012, recuerda sus veranos en Jaramillo de la Fuente y en Barbadillo del Mercado, pueblos de sus padres y en los que sigue pasando mucho tiempo cuando los entrenamientos y las competiciones se lo permiten.

Los baños en el río Pedroso, las partidas de escondite y del bote bote por las noches, las incalculables pedaladas que daba diariamente y las horas y horas que pasaba en la calle sin preocupaciones forman parte de los veranos pasados por Javier Abad en Jaramillo de la Fuente, pueblo de su madre. Allí, sus abuelos Elisa y Lucilo cuidaban de él y de su hermano Rául, dos años más joven, mientras sus padres trabajaban en la capital. «También bajaba a Barbadillo a ver a mis otros abuelos, Isabel y Donato, pero siempre por caminos porque a mi abuela le daba miedo la carretera. También íbamos a Rupelo, a bañarnos al río, al refugio de Vizcaínos… No entrábamos en casa», afirma el mediofondista burgalés de 32 años, que cuenta que su padre se acercaba al pueblo cuando libraba en Interbon, la fábrica en la que trabajaba, y su madre lo solía hacer algún domingo, día que descansaba tras estar toda la semana en unas colonias cuidando a grupos de niños.

Así fue hasta que Javier cumplió los 18 y empezó a compaginar los estudios con el trabajo en verano. «Cogía lo primero que pillaba. Mi primer trabajo fue revisando la calidad de los cinturones de seguridad de los coches, luego en una empresa de inyección de plásticos y después de soldador. Mientras, cursé dos ciclos formativos, Mecanizado Tornero Fresador y Mantenimiento Industrial», explica Javier, al que por entonces ni se le pasaba por la cabeza que podía llegar a ser Campeón de España y que con 22 años comenzó a trabajar en Interbon sin dejar de lado las carreras.

Ahora, volcado al cien por cien en el atletismo, Javier Abad sigue pasando mucho tiempo entre Jaramillo y Barbadillo, aunque también pasa algún tiempo en Burgos. «Voy donde estén mis padres en ese momento. El mes de julio lo pasaron en Jaramillo y fui allí, y en agosto estuvieron en Barbadillo y estuve allí», explica el joven, que ahora disfrutará en Málaga de unos días de vacaciones junto a su novia y unos amigos después de haber estado un verano sin salir a rodar para recuperarse de una lesión en el pie. «No puedo estar quieto, así que he cogido la bici, ya que pedaleando no me duele. Cada día he hecho una ruta distinta de unos 60 ó 70 kilómetros y así he ido conociendo otros pueblos próximos», afirma Javier Abad, que asegura haber disfrutado también durante este verano con la compañía de sus primos, con la visita de algunos amigos de Burgos con los que ha hecho meriendas, con hacer alguna chapucilla en casa y con otro de sus hobbies, perderse con el todo terreno por los innumerables caminos que esconde la Sierra de la Demanda, a la que conoce bien.

Punto de inflexión

Como muchos niños, Javier Abad comenzó a jugar al fútbol en el colegio. «Era tan malo, que ni me sacaban y un día mi profesor de educación física me sugirió que dejara el fútbol y que me apuntara a atletismo», afirma. Comenzó a competir en los Juegos Escolares con su centro, el Claudio Sánchez Albornoz, y después, cuando empezó el instituto, lo hizo en el Florentino Díaz Reig, donde tuvo como entrenador a José Luis Pineda. «Ahí empecé a hacer los 10.000 metros en pista y a correr las carreras de la Diputación, algo que a día de hoy me sigue motivando, ya que es de donde he salido y además las disfruto, porque cuando compites a alto nivel la tensión no te deja disfrutar y en cambio en estas carreras sí lo hago», afirma el atleta, que asegura que al principio no se lo tomaba en serio, pero que cuando comenzó a trabajar, ya empezó a pensar en competir y en obtener resultados.

En el 2008, tras los Juegos Olímpicos de Pekín, Javier Abad tomó una de las decisiones más importantes de su vida: dejar todo y apostar por el atletismo. Pidió una excedencia de su trabajo en Interbon, un puesto que le gustaba y al que espera regresar, y se marchó a Soria para incorporarse a su Centro de Alto Rendimiento para entrenar a las órdenes de Enrique Pascual, que también dirigió los pasos de dos grandes, Fermín Cacho y Abel Antón y es considerado por Abad el mejor entrenador de España y del mundo. «Fui a Soria para poder trabajar con él. En ese momento pensé que por qué no intentar llegar a ser Campeón de España. Dejé todo, me arriesgué y me marché a Soria. Mi idea inicial era haber podido estar en los Juegos Olímpicos de Londres del año pasado, pero no entré por cinco centésimas», asegura el atleta.  

Arriesgó y ganó. Desde hace cinco años, Javier Abad, perteneciente al Club Playas de Castellón, uno de los más importantes del país, vive en Soria rodeado de otros atletas y deportistas, «somos una gran familia», dice, a la vez que agradece kla confianza de sus patrocinadores (Adidas, New Balance, Obra Social de Caja Burgos, Sanasport y Uno Publicidad). Allí entrena duramente cada día de la semana, «por las mañanas rodamos entre 12 y 16 kilómetros por Valonsadero y después de hacer estiramientos y abdominales nos vamos para casa a hacer la comida. Por la tarde, tras la siesta, entrenamos de nuevo, en este caso más específico. Hacemos trece sesiones durante la semana, sólo descansamos la tarde del domingo», explica el atleta, que asegura que algunos de esos domingos va a comer a sus pueblos. «Me gusta ir a Jaramillo y a Barbadillo a entrenar y a desconectar, aunque si tengo alguna competición próxima prefiero no moverme, necesito estar concentrado», cuenta Abad, que confiesa que se ha hecho  en Jaramillo un circuito de entrenamiento a 1.500 metros de altitud en el que suele preparase.

El trabajo y el esfuerzo de Abad se está viendo recompensado con importantes triunfos, los más destacados en el 2012, su mejor año hasta la fecha. Se proclamó Campeón de España de 1.500 en pista cubierta y fue octavo en el Mundial de Estambul. «En esos momentos no lo saboreas, estás pensando en próximos retos y motivaciones. Es cuando pasa el tiempo cuando te das cuenta de lo que has conseguido. Por otra parte, hay otras carreras que aunque no sean un gran éxito a nivel nacional las recuerdo con mucha ilusión, como la primera vez que gané la San Silvestre de Burgos; la Milla de Caja Burgos, y una de las veces que me impuse en la Milla de Salas, ya que batí el récord de la carrera y ese día me ayudó mi hermano tirando unos cuantos metros», cuenta Abad, que este año quedó sexto en los Juegos del Mediterráneo, una experiencia de la que disfrutó mucho y a partir de la cual empezó a notar unas molestias en el pie que no le permitieron correr bien y hacer la mínima para haber participado en el Campeonato del Mundo de Moscú celebrado a principios de agosto.