Vinculado a Covarrubias por lazos familiares maternos, primero, y desde hace algo más de veinte años como residente, el profesor Román Fernando Labrador, actualmente en el colegio público de Salas de los Infantes, ha centrado en la villa rachela el trabajo de investigación de su tesis doctoral, que ayer defendió en la Universidad de Burgos.
Labrador, doctorando del Programa El Patrimonio Histórico en Castilla y León, ha titulado su trabajo ‘Covarrubias, como la corte del Valle del Arlanza. Desarrollo, consolidación y pervivencia siglos XIV-XXI’. Ha afrontado la evolución de la villa contemplándola como una obra total que se ha ido conformando dentro del marco vital del valle del río Arlanza. Así, el profesor explica que el título responde al papel de Covarrubias respecto a su entorno hacia el siglo XVIII cuando la villa disponía de prácticamente todos los servicios, algo que no tienen las localidades limítrofes. La villa, a pesar de no ser muy grande, contaba con médicos, cirujanos, notarios, escribanos, barberos, una interesante industria de curtidos, se trabaja el barrio y el zumaque y tenía un comercio del vino muy activo, solo compitiendo con Aranda.. «En definitiva -explica el autor-, es la típica villa que sin ser grande, da respuesta a los pueblos de los alrededores que terminan viendo en Covarrubias una ‘pequeña Madrid’ para la comarca». A partir de esa visión, Labrador Juarros pasa a detallar los orígenes de la villa; la evolución que experimenta en la Edad Media; la consolidación de manos del conde Fernán González; los Fueros de la villa; la intervención de Felipe II, que mandó construir el archivo; la decisión del doctor Valles que manda derribar las murallas; las últimas intervenciones cuando se construye la carretera Burgos-La Vid (hacia 1890), lo que obliga a ampliar el puente sobre el Arlanza y a tirar la torre que existía en su cabecera, cambiando la organización urbanística de la villa que deja de mirar al río, y terminar con la Covarrubias moderna, su arquitectura y la culminación, ya en el siglo XXI, con el proyecto que la acerca a Noruega por la construcción del centro socio cultural SanOlav. En definitiva, un recorrido por una villa siempre dinámica, que pasó de ser una localidad de corte agropecuario a volcarse en los servicios, con el turismo como principal potencial.