En 1958 se abandonaba la mina Esperanza en Olmos de Atapuerca, que formaba parte del complejo denominado Coto Minero Hongo. 54 años después se va a hacer realidad un sueño perseguido desde hace tiempo por los vecinos de la pedanía de Atapuerca y en concreto de su alcalde, Eduardo Cerdá, el mayor conocedor de estos túneles en las entrañas de la tierra. Ese sueño no es otro que acondicionar la mina para que pueda ser visitada y se convierta en un atractivo turístico más para la localidad que ayude a su desarrollo económico.
Los trabajos de acondicionamiento de la Esperanza serán realizados por la empresa burgalesa Cirtec Tecnología, una vez concluidas las fiestas de Semana Santa. Con un periodo de ejecución de seis meses, el próximo otoño será posible visitar ya 200 metros de galerías. Tras la puerta de la mina, por la que entraban al ‘tajo’ los mineros, setenta escaleras dan acceso a un mundo ahora oscuro, pero que contarán con múltiples atractivos y en el que se conjugarán la cultural, la didáctica, la investigación y el ocio. Y, aunque el proyecto actual, con una inversión de 220.000 euros, de los que 140.000 aporta el grupo de Desarrollo Sierra de la Demanda (Agalsa), se centra en esta mina, Cerdá no renuncia a largo plazo a su Parque Geominero, que va más allá y pretenden actuar en el exterior donde aún se conservan, aunque ruinosas, las casas que habitaron los trabajadores del Coto Minero Hondo, los cargaderos, la fragua, caballerizas, lavaderos y hasta minas a cielo abierto. Algunas obras también se harán, no obstante, en el entorno para completar la visita a esta mina y propiciar un lugar para el ocio familiar. Así, está previsto un rocódromo en los antiguos cargaderos y algunas tirolinas y la construcción de una charca en la que se introducirán tritones.
La empresa adjudicataria del acondicionamiento de la Esperanza ha introducido algunas mejoras en el proyecto como la construcción de una caseta prefabricada como centro de recepción de visitantes, la recreación de una vagonetas similar a las existentes en el interior y hacerla que suba y baje del nivel -1 al -2 mediante un automatismo y accionado por la presencia de personas, colocación de un vídeo proyector, dos altavoces y un mini PC en el que se proyectará cómo era la mina y contar su historia y la señalización exterior.
Y es que la intención es acondicionar la mina para hacer visitables en esos 200 metros de galerías, en los dos niveles superior -quedarían dos por debajo- y recrear el ambiente minero, con sonidos y recuperación de los elementos de trabajo, tarea fácil porque allí siguen seis vagonetas, tres de hierro y otras tres de madera, y también se ha recuperado material como buzos, picos para barrenar, cintos de cuero, cascos, tuberías para meter aire de los compresores y bombas, que volverán a su lugar de origen. Una de las vagonetas saldrá del complejo y se instalará en una de las plazas de Olmos en homenaje a los sacrificados mineros. Cerdá también pretende crear un espacio cultural para realizar proyecciones y conciertos, amén del carácter didáctico y científico de la visita, sobre todo para escolares, centrada en la geología y en la evolución de la industria minera.
Otra curiosidad tiene que ver con el traslado. El Ayuntamiento quiere adquirir un carruaje con una docena de plazas y tirado por dos caballos para que los visitantes lo utilicen para desplazarse desde Olmo y Atapuerca. Es un atractivo más que completará otros medios de transporte.
DOS NIVELES
El acondicionamiento de la mina para recuperar los 200 metros de galería subterráneas afectará a los dos pisos superiores, el de acceso y el principal en el que hay espacios con cierta amplitud para las actividades. Se trata sobre todo de labores de limpieza, estabilización de las zonas más deterioradas y blandas como pueden ser los techos de arcillas y margas, la realización de entubaciones, la reconstrucción de la escalera con unos 70 peldaños y desenterrar los raíles que ahora están tapados con arcilla.
También hay que evitar que cuando suba el nivel freático por lluvias y que se inunde la mina. Por ello, se han instalado ya mangueras y una bomba que succiona el agua para sacarla al exterior. Precisamente, la idea de la charca para cría de tritones, en el entorno exterior es para que pueda desahogar ese agua. Estaría a unos 250 metros de la Esperanza.
En un contexto más amplio, el alcalde pedáneo no quiere que pasen por alto las explotaciones de canteras que están actualmente en producción, y alguna yesera que ya no es productiva. Igualmente, se aprovechará la belleza paisajística del entorno y las propias minas a cielo abierto.
Es tan variada la gama cromática del terreno que el alcalde quiere rentabilizarla. La idea es convocar un concurso de pintura anual en la mina a cielo abierto, de tal manera que los participantes utilicen para su obra los propios pigmentos del terreno.
Los participantes solo tendrán que llevar caballete y pincel porque el resto lo tienen en la propia naturaleza, materiales, recuerda Eduardo Cerda, que son los que utilizó el hombre de Altamira para pintar sus bisontes en las paredes de las cuevas: limonita, ematites y oligisto.