Marimar Herrero es, desde hace más de veinte años, la psicóloga de referencia de la Asociación de Familiares de Anorexia y Bulimia de Burgos (Adefab) y una de las profesionales que en la provincia de Burgos más conoce en qué consisten los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), a los que dedica prácticamente el cien por cien de sus jornadas laborales. No solo da talleres sobre ellos a personal docente y a adolescentes sino que forma a las familias en cuyo seno hay un diagnóstico de este tipo, tutoriza prácticas de universitarios y atiende a pacientes en su consulta: Al mes, no menos de sesenta, y cada día recibe una media de dos llamadas de personas nuevas que necesitan atención. El termómetro de sus consultas especializadas, tanto la que tiene vinculada a la asociación como las que mantiene de forma privada, una de ellas en el Hospital San Juan de Dios, le lleva advirtiendo hace ya muchos meses del crecimiento exponencial de las dificultades que la población tiene con su relación con la comida.
Esta situación ya se vio en los meses posteriores a la parte más dura de la pandemia: Adefab multiplicó por diez sus demandas de atención y en el Hospital Universitario de Burgos (HUBU) reconocían una situación excepcional, en parte vinculada a los efectos del confinamiento en personas con algún trastorno de este tipo. Anorexia nerviosa restrictiva, anorexia nerviosa purgativa y anorexia nerviosa tipo atracón/vómito es, según la Unidad Regional de Trastornos de la Alimentación (URTA) del hospital, las enfermedades que más se diagnostican en ese centro sanitario. Herrero pone el foco también en el denominado 'trastorno por atracón': «No sabemos si es que está creciendo o si es que cada vez llegan más personas a la consulta superando una vergüenza social que en esta patología es muy acusada -a veces, tanto, que ni se reconoce- y que puede estar siendo diluida por la cada vez mayor visibilización de los problemas de salud mental».
Explicado de forma muy sencilla, un trastorno por atracón es aquel comportamiento por el cual una persona gestiona todas sus emociones siempre con comida. No se trata de comer demasiado de forma puntual en una celebración como las que están por venir en las próximas semanas, advierte la psicóloga, sino de ingerir grandes cantidades de comida en un corto periodo de tiempo e incluso sin masticar «hasta llenarse de una forma muy desagradable».
«Es muy importante tener esto claro, no son las comilonas de Navidad, son atracones que se producen en soledad porque a la persona le da mucha vergüenza, y que normalmente suelen estar compuestos por alimentos 'prohibidos', que son los que se restringen en algunas dietas que les califican de 'malos': la inmensa mayoría de las personas que los sufren están a dieta, tanto si se la ha puesto un médico como si ha sido autoimpuesta, en estos casos siempre hay una historia de dietas».
(Más información en la edición en papel de hoy de Diario de Burgos)