Los días compartidos

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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Los pisos tutelados de Aspanias dan cabida a alrededor de 80 personas con discapacidad intelectual que desarrollan allí su proyecto autonómo de vida en pareja o con compañeros

Los días compartidos - Foto: VALDIVIELSO

En la página web del Burgos CF hay una foto preciosa. Es del pasado día 14 e ilustra el momento en el que varios responsables del club hacen entrega a la Fundación Aspanias de la recaudación obtenida en la IV Gala Solidaria del equipo. Rodeando a un enorme cheque con la interesantísima cifra de 43.000 euros están la presentadora y el presentador del acto y directivos de la entidad benéfica y del equipo, que sonríen, aplauden y alzan los brazos con alegría. También se puede ver a Laura Fraile y Felipe Mínguez, que se miran como a cualquiera le gustaría que le miraran alguna vez. El resto del grupo dirige la vista al público, pero Laura solo tiene ojos para Felipe y Felipe para Laura. Lo que hay detrás es una historia de amor de las buenas, que se prepara para ser mejor

La pareja, de 37 y 39 años, trabaja en el centro especial de empleo que Aspanias tiene en Quintandueñas y están juntos desde que hace doce años él le regaló un anillo a ella, embelesado como estaba cuando la veía jugar al baloncesto, que entonces practicaba. Entre otras cosas, les une la pasión por el deporte, en concreto y ahora por el fútbol que ambos practican en el mismo equipo y en la misma posición: son centrocampistas del Burgos CF. Conseguir jugar juntos era una de sus grandes ilusiones -lo recordó Laura en aquella gala- porque hasta hace bien poco era complicado encontrar formaciones mixtas, así que, misión cumplida. El segundo de sus deseos también está en camino: quieren vivir juntos.

El equipo técnico del Servicio de Vivienda de Aspanias lo sabe y ya trabaja para conseguirlo. Lo viene haciendo con decenas de personas desde finales de los años 80 del siglo pasado, cuando comenzó a gestarse la figura de los pisos tutelados como un elemento que configuraría parte de la independencia que las personas con discapacidad intelectual han conquistado en los últimos 35 años. La entidad cuenta con 20 pisos con distinto perfil -con parejas que viven solas, varias parejas que conviven, grupos de chicas, de chicos y mixtos- en las que se alojan alrededor de 80 personas y tiene en proyecto abrir alguna más próximamente.

En el caso de Laura y Felipe, es él quien sigue en casa de sus padres mientras que ella hace ya tiempo que comparte piso con dos compañeros y una compañera y antes vivió en una de las residencias de la entidad. Los dos están deseando vivir juntos y así se lo expusieron a los responsables de Aspanias. Se sienten preparados para ello y ahora va a empezar su itinerario: a los padres de él les parece bien porque conocen a Laura, que todos los domingos va a comer a la casa familiar, y porque creen, como dice Felipe entre risas, que «ya es hora». Así que de momento, él va de vez en cuando a la casa de Laura en fechas señaladas. «Llevamos mucho tiempo juntos y queremos dar otro paso adelante en nuestra relación», explican, mientras Elsa Riaño, coordinadora del Servicio de Pisos, y Juan Luis Rodríguez, del departamento de Proyectos e Innovación Social de Aspanias indican que aunque queda mucho por hacer, la idea es que vivan en un piso solos o que lo compartan con otras parejas. 

Un poco más avanzado está el proyecto de vida común de Davinia Ruiz, de 43 años, y Javier Sancho, de 49. Su situación es parecida a la de Laura y Felipe ya que ella comparte piso con tres parejas y él sigue en la casa familiar, pero en este caso los fines de semana los pasan juntos. El último paso será hacer una vida completa en común por primera vez en los 18 años y 5 meses que llevan como pareja estable, algo que les apetece mucho y que cuenta con el beneplácito de la familia de Javier.

Y los pioneros y campeones en la convivencia son Marta Santos y Jesús Ignacio Rubio, mejor conocido como Tito, que están juntos desde hace 31 años y que participaron en 2003 un pionero proyecto de Aspanias que ofreció la posibilidad a varias parejas de independizarse y vivir juntas. Al año siguiente estrenaron un piso en Fuentecillas y ahí siguen, ellos solos y sin ninguna supervisión porque son completamente autónomos. Hace más de dos décadas les preguntábamos en estas mismas páginas cuál era el secreto de su convivencia, que no había tenido entonces tropiezo alguno. «Hablarlo todo», contestó ella. El otro día respondió lo mismo, una fórmula que funciona.

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