Castilla y León luchó contra la contaminación gracias a la recuperación de 11.234 toneladas de aceites industriales usados en 2020, pese a la crisis del coronavirus. Esta actividad, declarada esencial, está gestionada por SIGAUS, que llevó a cabo 9.266 operaciones de recogida de aceite usado en 996 municipios castellanos y leoneses, en los que se atendió a 4.854 establecimientos, cerca de la mitad talleres mecánicos.
Esta gestión evitó la emisión de 5.771 toneladas de CO? y ahorró la utilización de dos millones de barriles de petróleo, con lo que siguió la hoja de ruta marcada para lograr una economía más circular, en la que los residuos se convierten en recursos.
Los aceites usados procedentes de los vehículos o la maquinaria son un residuo peligroso y con un elevado potencial de impacto ambiental. En 2020 SIGAUS garantizó el cumplimiento legal y la protección de nuestro entorno con la recuperación de 11.234 toneladas brutas de aceites usados en Castilla y León. Esta cantidad incluye el volumen de aceite usado neto finalmente tratado, 9.228 toneladas, y ciertas cantidades de impropios, como agua o sedimentos, que suponen el 18 por ciento del total, y que han de separarse durante el tratamiento.
Además, el 45 por ciento de los establecimientos en los que se realizó el servicio de recogida fueron talleres mecánicos (2.180 talleres), en los que se recuperaron 3.568 toneladas de residuo. En 2020 SIGAUS recogió en todo tipo de talleres: marquistas, multimarca, independientes, multiservicios, especializados, autocentros, mecánica rápida, vehículos industriales o lavado y engrase. Sin embargo, la industria (830 instalaciones atendidas) fue la actividad de mayor generación de aceite usado en Castilla y León, con 4.346 toneladas generadas, que suponen el 39 por ciento del volumen total recuperado en la Comunidad.
Un gran número de recogidas tuvo lugar en una amplia variedad de actividades, como la agricultura, el comercio, la hostelería, el transporte o la construcción, así como relacionadas con la Administración pública, las fuerzas armadas, presas, parques eólicos, empresas de alquiler de vehículos o autoescuelas, entre otras, que sumaron 1.844 establecimientos.
El director general de SIGAUS, Eduardo de Lecea, aseguró que 2020 ha sido el año “más responsable”. “Cuando todo paró, nuestra actividad fue declarada esencial, y decidimos reforzar nuestro sistema para seguir ayudando al tejido económico mediante la recogida del aceite usado en toda España. Nuestra misión fue asegurar en todo momento la operativa de otras actividades esenciales, y garantizar que el aceite usado no fuera un problema añadido, sino uno resuelto. En definitiva, que la gestión del aceite usado no parase para miles y miles de empresas que nos necesitaban”, sentenció.
Zonas de especial vulnerabilidad ambiental
El aceite industrial usado es uno de los residuos peligrosos que se generan en mayor cantidad. Por su toxicidad y su escasa biodegradabilidad puede tener importantes efectos sobre la salud y el medio ambiente. Su vertido provoca graves problemas de contaminación y su combustión incontrolada conlleva la emisión a la atmósfera de gases tóxicos (con cloro, plomo…). Es, además, especialmente dañino en el medio acuático: tan solo un litro de aceite industrial usado puede llegar a contaminar hasta un millón de litros de agua.
Esta peligrosidad, unida a la precaria situación económica vivida por la industria gestora de este residuo, llevó a SIGAUS a tomar la decisión de aumentar la financiación de la recogida: “Entendimos que una situación excepcional requería medidas excepcionales. En el peor momento, multiplicamos por seis la financiación de la recogida para ayudar a las empresas gestoras y asegurar que seguían recogiendo el aceite usado en cada rincón de España, por muy lejos que estuviera”, señaló De Lecea.
Desde el punto de vista ambiental, la recuperación de este residuo peligroso tiene un importante valor añadido en zonas alejadas, principalmente rurales, donde se encuentran la mayoría de espacios naturales protegidos y recursos hídricos, y donde habitan una parte importante de la flora y fauna protegidas. El 94 por ciento de los municipios castellanos y leoneses donde se recuperó aceite usado son rurales. En estas zonas la población, y la generación del aceite usado, presenta altos índices de fragmentación y dispersión. Aun así, se atendieron más de 2.400 establecimientos y se recuperaron 4.601 toneladas de residuo.
Dentro del medio rural de Castilla y León, en zonas especialmente vulnerables a la contaminación, como son las inmediaciones de espacios protegidos y recursos hídricos, se recuperaron 842 toneladas de aceites usados de 377 establecimientos.
En concreto, SIGAUS recogió 634 toneladas en el entorno de 27 espacios protegidos en Castilla y León, incluyendo parques y reservas naturales, de la biosfera, zonas Ramsar y otras áreas de especial protección. Un ejemplo de ello es la recepción de 128 toneladas de aceites usados en la Reserva de la Biosfera de Transfronteriza Meseta Ibérica o de siete toneladas en el Parque Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón.
Por su parte, en el entorno de recursos hídricos (ríos, lagos, embalses y zonas sensibles a la eutrofización) se evitó el potencial contaminante de 539 toneladas de aceites usados (siendo en algunos casos puntos de generación coincidentes con espacios protegidos).
Por su parte, la actividad de recogida también fue intensa en zonas de montaña o escasamente pobladas (municipios de menos de 1.000 habitantes) de Castilla y León, con la prestación del servicio de recogida en 1.154 y 1.241 establecimientos productores respectivamente.
Economía circular del aceite usado
Una vez recogido, el aceite usado es analizado en centros de transferencia donde se determina su destino final para ser tratado a través de los diferentes procesos existentes. Castilla y León cuenta con nueve instalaciones de gestión de aceites usados, incluyendo 1 planta de gestión final de tratamiento previo a su valorización energética.
Se trata de un residuo que tiene valor en su totalidad. Contiene importantes recursos materiales y energéticos que permiten su uso como materia prima en la fabricación de nuevos productos, ya sea como nueva base lubricante —el tratamiento prioritario y denominado regeneración— o como combustible de uso industrial.
Un 65 por ciento del aceite usado neto recogido en 2020 en Castilla y León fue tratado mediante regeneración, 6.003 toneladas. Un tratamiento que extrae del residuo una base lubricante válida para la fabricación de nuevos aceites, evitando tener que recurrir al refino del petróleo. El volumen de residuo destinado a este tratamiento permitió devolver al mercado 3.758 toneladas de lubricantes, y el ahorro de cerca de 1,8 millones de barriles de petróleo. Y, en términos medioambientales, este proceso hizo posible evitar la emisión de más de 4.000 toneladas de CO2 a la atmósfera.
Los aceites usados que no fueron regenerados se trataron para fabricar combustible de uso industrial, utilizado en centrales térmicas de generación eléctrica, cementeras, papeleras, equipos marinos, etc., evitando con ello la utilización de otros combustibles tradicionales como el fuel óleo. A este tratamiento se destinaron el pasado año 3.225 toneladas, evitando con ello la emisión a la atmósfera de 1.767 toneladas de CO2 y la utilización de 332.419 barriles de petróleo.