Fue cuestión de segundos. Una avalancha de radicales aparecieron como de la nada para atacar a un grupo rival que se encontraba en un bar de los aledaños de El Plantío a pocas horas del inicio del encuentro Burgos-Zaragoza. Patadas, puñetazos, sillas y mesas que volaban por la plaza. Una batalla campal que apenas duró unos minutos, pues la Policía Nacional que vigilaba el entorno apareció para dispersar a los miembros de ambos colectivos. A los de la capital aragonesa, les metieron en un autobús y les mandaron de vuelta a su casa. La investigación sigue activa, pero aún no hay detenidos.
Peleas como la ocurrida el pasado 27 de noviembre se 'cuecen' los días previos en internet. La Policía Nacional señala que los grupos radicales utilizan chats privados de algunas redes sociales para amenazarse y quedar en un lugar para pegarse. «Intentan burlar nuestra vigilancia. Sabemos que los malos quieren ir un paso por delante, aunque tratamos de que no sea así», indica Pilar Hortigüela, portavoz de la Comisaría Provincial. El inspector al mando de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR), José Manuel García, advierte de que «han sido más las que se han evitado que las que se han producido».
Sin ir más lejos, la temporada pasada detuvieron a varios miembros de Resaca Castellana que esperaban el autobús de la peña Ultra Boys del Sporting de Gijón en el puente de la BU-11. Les requisaron puños americanos y barras de hierro. También en un desplazamiento a Leganés, la Policía les paró y les mantuvo retenidos en un área de servicio. «La previa empieza una semana antes porque sabemos que algo va a pasar, así que compartimos información con las unidades de las otras provincias. Normalmente, las peñas suelen avisarnos de su plan de viaje. Cuando no lo hacen, es porque algo ocultan», puntualiza García.
En días como el del Zaragoza, los miembros de un grupo como Resaca Castellana plantean una especie de «estrategia de guerrilla». Se dividen para pasar desapercibidos y estudiar el terreno para saber si pueden llevar a cabo actos violentos. «Ves a uno en patinete que transita por el río. Otro en bicicleta que lo hace por los bares de alrededor. Nuestra vigilancia consigue que casi siempre quede en nada», concluye.