La empresa mirandesa Brainapple está cerca de alcanzar un nuevo reto dentro de su plan de crecimiento. Lo hará con un paso que también posee un componente simbólico, porque en breve iniciará la comercialización de las primeras 10.000 botellas de sidra natural hecha en Miranda, en concreto, en sus instalaciones de la carretera de Orón. Fernando Meana, el gerente de la compañía, indica que ultiman los trabajos para finiquitar este primer lote y también están pendiente de otros detalles como el etiquetado, que pretenden diferenciar de otro tipo de sidras que también comercializan.
«Estamos cumpliendo nuestros objetivos», afirma el responsable, que reconoce que han tenido que lidiar con algún retraso, «pero las metas las estamos alcanzando», destaca. La más importante pasa por «haber logrado la producción en Miranda», para dejar atrás una fase inicial en la que la bebida llegaba desde Asturias. El gerente repara en que se trata «de la primera producción hecha en la ciudad de la historia» y para que salga de sus instalaciones «habrá que esperar solo entre diez o quince días» para que la sidra se asiente en el interior de las botellas.
Además, también impulsan «el refresco Brainapple», una bebida de la que Meana indica que «en la ciudad está teniendo muchísima aceptación y raro es el bar que no lo tiene». Como parte del ADN de la empresa, este producto mantiene el sello de saludable, «porque no tiene azúcares añadidos», pero la clave del éxito no solo está en sus bondades, porque también asumen que tiene que ser atractiva para el cliente.
En este sentido, Meana aclara «que en las pruebas de sabor nos ha dado buenos resultados, también en el comparativo con otros refrescos». Por eso, puntualiza que en un momento en el que el consumo local y de proximidad cada vez gana más relevancia, el suyo cumple con este requisito «en un mercado en el que la mayoría de refrescos que se consumen en España son de empresas extranjeras».
Para su comercialización «estamos buscando distribuidores por todo el país», y por el momento tienen una capacidad para «producir unos tres millones de botellines, aunque ahora hacemos un millón y medio a la espera de ampliar», reconoce Meana, que valora la ilusión que tienen en la empresa por este producto, al que ven «muchas posibilidades».
De momento, en la planta de la carretera de Orón también han montado una tienda propia, para poder hacer venta a minoristas y divulgar sus productos. En sus instalaciones, trabajan actualmente cuatro personas, una cifra que puede crecer en función de la evolución del negocio, pero además Meana suma otros puestos externos «con otras cinco personas».
Próximo objetivo. El gerente de Brainapple repara en que han conseguido todo «sin ayudas públicas». «Si tuviéramos una mayor capacidad financiera estaríamos haciendo un lanzamiento mayor», reconoce el este químico mirandés que comenzó su relación con las manzanas en Colombia. En cualquier caso, tras años de experiencia mantiene clara la línea de crecimiento, en un proyecto que define como «potente e interesante».
En ese camino todavía mantiene dos etapas abiertas. La primera pasa por conseguir productores de manzana cercanos, que suministren la materia prima a Brainapple para hacer sus productos, entre los que mantienen los zumos y los complementos nutricionales, basados en las cualidades de este fruto para mejorar la función cognitiva y de memoria. Al margen de lograr la implicación de agricultores «que también llegará», Meana indica que la empresa cuando logre mayor presencia en el mercado también tendría que mejorar «en la capacidad de almacenamiento en depósitos grandes».