El último partido de la temporada en casa supuso un flojo broche para un Burgos que pide a gritos el final de este curso, al que ha llegado muy justo de energías tanto físicas como mentales. En la primera parte, el equipo intentaba buscar las cosquillas al Amorebieta con entradas por banda de David Martín y Eneko Zabaleta, pero sus centros no encontraron en casi ninguna ocasión rematador. Los vizcaínos se defendían y buscaban sus opciones con el juego directo, bien controlado por la zaga blanquinegra. En la segunda mitad, el control siguió siendo burgalesista, pero las oportunidades no fueron demasiadas ni excesivamente claras. Los visitantes si llegaron a perforar la meta de Saizar pero el colegiado anuló el gol por fuera de juego. El domingo a las seis, final de curso en Leioa