Tras sortear el impacto de la pandemia y una inflación desbocada, que a punto estuvo de hacer detener la producción de su fábrica, La Flor Burgalesa encara 2023 con unas sensaciones mucho más positivas que 2022.
Con los precios de las materias primas mucho más contenidos, la compañía familiar apuesta este año por invertir 4,5 millones de los que el grueso -unos 3- irán a parar a una nueva línea de producción de galletas. La firma empezará en el segundo semestre a bañar las primeras unidades en chocolate, un procedimiento inédito hasta la fecha y que requiere de numerosos controles y condiciones de climatización con las que no contaba hasta la fecha. La falta de espacio en su fábrica ha motivado que hayan tenido que habilitar una nueva planta de alrededor de 700 metros cuadrados sobre algunas de las líneas actuales.
«Es una tecnología nueva para nosotros y que llevábamos persiguiendo mucho tiempo», reconoce Ángel Juan Pérez, director de La Flor Burgalesa. La puesta en servicio de esta nueva rama de negocio avalará la creación de una decena de puestos de trabajo, lo que elevará de los 130 actuales a 140 la plantilla de la empresa. Es más, desde el cambio de año la firma ha transformado en indefinidos otros tantos contratos temporales.
La plantilla de la firma es actualmente de 130 personas. - Foto: Luis López Araico«Estamos formando gente de manera específica para que trabajen en este nuevo área», puntualiza Pérez. Y es que la tecnología para recubrir con este dulce -tanto con azúcar como sin él- sus galletas es un tanto compleja y requiere de una sala a temperatura y humedad controladas. Además, invertirán 1,5 millones en la actualización de los formatos de envasado de sus productos o la mejora de la eficiencia de todas sus líneas.
«2022 ha sido el año más complicado, convulso y complejo de la historia de La Flor Burgalesa», confiesa su director. El estallido de la guerra en Ucrania dejó sin apenas suministro de cereales y -sobre todo- de aceite de girasol, lo que llevó al límite a la firma. «Hemos podido sortear la situación como hemos podido», indica Pérez. De los 24 millones de facturación con los que terminaron el 2020 han pasado a los 28 en 2022, un incremento motivado en parte por el encarecimiento de las materias primas aunque también reforzado por un alza del volumen de las ventas desde Villalonquéjar.
De cara al presente 2023, desde La Flor Burgalesa se han marcado el objetivo de superar la barrera psicológica de los 30 millones. «Si la estabilidad nos acompaña esperamos subir nuestra producción hasta superar el tope histórico que logramos en 2021 y que en 2022 igualamos», calcula Pérez. Buena parte de esos ingresos vendrán procedentes de la elaboración de barquillos, donde son el claro referente de todo el sector a nivel nacional.
Ángel Juan Pérez es director de La Flor Burgalesa desde hace unos meses. - Foto: Luis López AraicoMercado exterior. Uno de los pilares de la empresa familiar burgalesa es sus ventas internacionales. «Hemos sufrido más durante el 2022 con el incremento de costes que durante la pandemia», reconoce el director. El colapso del comercio y la acuciante falta de contenedores para mover su producción bloqueó por momentos la exportación de sus galletas y dulces al exterior. «Nuestro producto tiene un valor reducido, lo que provoca que la repercusión del problema del transporte nos haya lastrado y restado competitividad», apunta Ángel Juan Pérez.
Es por ello que de cara a 2023 se han marcado como objetivo aumentar un 20% su presencia en todo el mundo para recuperar el porcentaje de facturación procedente del mercado internacional.