La Residencia Santa María la Mayor de Salas de los Infantes afronta el final de año en situación crítica. Una vez superado el brote de covid-19, los problemas se trasladan a las cuentas. Puede peligrar el futuro de las instalaciones ante la falta de ingresos, al haberse quedado la cuarta parte de las plazas libres por diferentes motivos, no solo fallecimientos asociados a la pandemia, mientras se mantiene el mismo personal en plantilla y aumentan los gastos en material y otras medidas de protección.
Para tratar de equilibrar su maltrecho balance económico, el Patronato -independiente de cualquier institución civil y religiosa- han lanzado una campaña de donativos, en la que piden a Salas y su comarca que les ‘devuelvan’ un poco de todo lo que ha aportado la residencia en sus 34 años de funcionamiento. «Todo lo que podemos lo compramos aquí», explican y ponen como ejemplo la alimentación. «Rotamos por las carnicerías» para tratar de generar beneficios de una manera equitativa.
Particulares e industrias han empezado a realizar sus aportaciones, que además desgravan a Hacienda, en el número de cuenta ES7330600013321303543514. Mientras, más de medio centenar de comercios y empresas de Salas de los Infantes y de otras localidades del entorno, como Barbadillo del Mercado, Regumiel de la Sierra, Palacios y Barbadillo del Pez, se han coordinado para realizar aportaciones y confeccionar una cesta, que se sorteará el día 31, mediante la venta de papeletas y en la que colaboran también trabajadores de establecimientos y supermercados, así como el Museo de los Dinosaurios.
«Se está volcando toda la comarca con nosotros, cada uno con lo que puede», reconocen desde la dirección de la residencia, que sin embargo tiene claro que la solución está en la llegada de nuevos usuarios. «Lo que nos hace falta es gente», reclaman. Fuentes del centro explican que de las 49 plazas se encuentran vacantes 13. Tres de ellas lo están desde que comenzó la pandemia, reservadas para posibles emergencias por orden de la administración, sin que se compense de ninguna manera esa pérdida de ingresos a los centros gerontológicos. Las otras 10 se han ido quedando libres a lo largo de estos meses, con especial incidencia en noviembre, por diferentes causas, salidas y defunciones de ancianos con covid-19 y también con otras patologías que nada tienen que ver con el coronavirus.
«En 15 días se ha desencadenado todo», explican fuentes de la residencia, que tiene una lista de espera con potenciales usuarios a los que no puede dar entrada porque la Junta de Castilla y León solo permite la admisión en la situación actual de personas en situación de vulnerabilidad social y a dependientes de grado 2 y 3.
En estas circunstancias resulta muy difícil cuadrar el presupuesto de una institución sin ánimo de lucro, que como otras dedicados a la asistencia sociosanitaria se ha visto obligado a realizar un desembolso que no estaba previsto a principios de año en equipos de protección y material. «Solo en EPI, a final de año podremos tener posiblemente unos 8.000 euros que no estaban previstos», explican.
La residencia está ‘limpia’ de covid-19 desde hace una semana, tras superar un brote que afectó a parte de los usuarios y de la plantilla del centro, cuyo interior fue desinfectado por efectivos del Ejército. Bomberos y personal municipal limpian periódicamente el exterior.