Cansados de un tren que silba demasiado

Ó.C. / La Puebla de Arganzón
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Vecinos de La Puebla de Arganzón se quejan del ruido ferroviario «desde hace un par de años» y de la falta de respuesta de los diferentes organismos implicados en este tráfico

Un tren pasa por mitad de La Puebla de Arganzón. - Foto: Ó.C.

Las vías del tren estaban allí antes que la urbanización en la que viven, pero aún así, en los últimos años vecinos de La Puebla de Arganzón han sentido como el ruido ferroviario ha ido en aumento y ya no pueden más. María Bajos, Paul Fernández y Begoña Alonso explican la situación y apuntan que «no siempre ha sido así, porque sobre todo lo hemos notado desde hace año y medio o dos años». Antes de este momento, los residentes de una urbanización próxima al trazado ferroviario convivían con las vías y el ruido que genera el paso de cada convoy, sin que hubiera inconvenientes.

El problema está en un paso de peatones a unos cientos de metros en pleno pueblo. Por este motivo, la normativa obliga a los maquinistas a pitar, para evitar accidentes. «No decimos que se salten las normas», detalla Begoña, que en cualquier caso, sí que pide una solución para encontrar un equilibrio entre la seguridad y su descanso. Para encontrar este punto, María indica que desde que comenzó el cambio se han puesto en contacto con el Administrador de Infraestrucutras Ferroviarias, Renfe, el Ayuntamiento de La Puebla o el defensor del pueblo, «pero ninguno ha hecho nada» y la situación «es insostenible», lamenta María.

Los vecinos entienden que las administraciones podrían, al menos, poner medidas para que puedan descansar. Uno de los puntos por los que podrían empezar pasa por formar a los maquinistas en este tipo de casos. «Algunos lo hacen con delicadeza», confiesan «pero otros se quedan con la mano en la bocina», añaden, por lo que consideran que exponer el caso a los profesionales ayudaría.

Begoña agrega que otro aspecto que podría solucionar el impacto del ruido en sus viviendas depende del Ayuntamiento «y que coloque paneles para evitar en la medida de lo posible el ruido». En esta puerta por el momento tampoco han encontrado una solución a su problema, que además en la época estival empeora, porque al abrir las ventanas por la noche sienten los estruendos «a las doce, las dos, cuatro o seis de la mañana», apunta María.

Otra de las soluciones que piensan está en el propio paso de peatones en mitad del pueblo, un punto «que se usa muy poco», afirma Paul.Por eso, consideran que «podrían utilizar «algún tipo de señal luminosa», para garantizar la seguridad cuando haya que hacerlo, «porque nos dicen que hay que cumplir una normativa europea, pero poco más», puntualizan los vecinos, que consideran que «han ido a la solución fácil».