El cierre del matadero de la Cooperativa Avícola (Cobur) a principios de año provocó la rescisión del contrato de 85 trabajadores, empleados por Randstad. La gerencia, alegando motivos económicos, volvió una vez más a cerrar las salas de sacrificado, despiece, envasado y engomado, como ya hizo en abril de 2018, aunque posteriormente se volvió a activar tras un alquiler a la compañía de servicios, cuyo contrato se canceló el pasado 9 de enero. La extinción de esos empleos en Burgos no ha sido el único problema que se ha generado con el anuncio, ya que hay hasta un centenar de empresas que se han quedado colgadas tras el cierre del matadero. Criaderos, transportistas o cargadores de pollos de las granjas a los camiones llevan meses sin cobrar los servicios prestados a la Avícola, y reclaman facturas de hasta 90.000 euros por la actividad que han cumplido, pero no percibido, por lo que la deuda podría alcanzar cifras millonarias.Este periódico ha tratado de ponerse en contacto con el actual gerente para confirmar estos hechos, pero este no ha contestado a las llamadas.

La mayoría de los afectados firmó acuerdos que concluyen a lo largo de 2020, pero desde principios de año están parados. «Estoy esperando desde hace 4 meses, tengo un contrato que me obliga a servirles solo a ellos, no podía realizar otros», indica un empresario burgalés, dedicado a la carga de aves desde los criaderos hasta los camiones donde eran transportados al matadero del Alto de la Varga. «He tenido que echar a diez personas que tenía a mi cargo, dos cuadrillas enteras a las que no podía seguir pagando», lamenta. En su caso la deuda pendiente con la Cooperativa asciende a 90.000 euros, correspondientes a tres pagos de 30.000 cada uno. «Desde septiembre se ha ido retrasando poco a poco, cobraba cada 15 días, luego lo alargaron a 90 y ahora está todo estancado», critica.

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