Los cómicos vuelven a ocupar las plazas

ALMUDENA SANZ
-

Las compañías de teatro burgalesas, con excepciones, hablan de un buen verano, aunque aún diferente a los previos a la pandemia. Hay más incertidumbre, fechas cerradas con menos antelación y se echa de menos la cercanía del público

Javier Ariza está recogiendo los frutos del Premio a Mejor Espectáculo de Calle que recibió ‘Carman’ en la Feria de Teatro de Ciudad Rodrigo de 2019 y está cosiendo la geografía nacional de norte a sur. - Foto: Muestra de teatro de Ribadavia

Se mantiene el miedo de tener cargada la furgoneta y temblar ante una llamada de teléfono, se cruzan los dedos cada vez que un miembro de la compañía se hace una prueba diagnóstica y la distancia de seguridad y la mascarilla aún son barreras difíciles de derribar para sentir cercano al público. Pero pesa más la alegría de volver a la carretera, marcar en rojo otro día en la agenda, aunque sea a última hora, sentir la curiosidad de los niños mientras montan el escenario en la plaza del pueblo, escuchar los aplausos... Las compañías de teatro burgalesas han recuperado la ilusión. Hablan en general de un buen verano, rebosante en algunos casos y descafeinado en otros. Cada formación es un mundo y tiene unas necesidades. Ninguna se atreve a decir que han vuelto a la normalidad previa a la pandemia. Uy, eso todavía no. Pero están en el buen camino. 

«Las condiciones son aún muy diferentes. Yo hasta que no le vea la cara al público, hasta que no nos podamos quitar la máscara no hablaré de normalidad», resume Quique Méndez, alma de Jean Philippe Kikolas, quien concluye que «este verano a diferencia del anterior se está intentando y se está consiguiendo». Y expresa su felicidad por ver a todos sus colegas trabajar. 

Bueno y extraño son los dos adjetivos que ondea Angélica Gago, de Margarito & Cía, para definirlo. «Se está cerrando todo muy tarde. La gente espera a ver cómo va la cosa, pero se nota que los pueblos se están animando. Siempre ha habido bolos de última hora, pero este año casi son todos de última hora», agrega ante un agosto rebosante en el que viajará con siete de los ocho espectáculos que tiene en cartel.

He ahí otra de las claves en las que coinciden los grupos. Ríete del camarote de los Hermanos Marx. Margarito está moviendo todos salvo Bu, exclusivo para bebés. «Cada día un personaje, una escenografía, un texto, nos va bien para mantener el espíritu animado y la cabeza en condiciones», apostilla risueña. 

A ese abanico se refiere igualmente Jesús Cristóbal, de Teatro Atópico, que gira con cinco de sus seis creaciones, incluidos varios preestrenos de Como una Catedral. «Con el cariz que están tomando las cosas, ahora tenemos que funcionar con un montón de espectáculos a la vez para salir adelante», dice con una enorme sonrisa al tiempo que observa que, además de lo suyo, es actor en un par más de otras compañías. Sarna con gusto...

«Está todo muy caótico, hay incertidumbre y tienes que coger lo que venga porque no sabes qué pasará luego. A todo ‘sí’. Estamos trabajando mucho», se explaya y aún siente el sudor caer por su frente con incluso días de doblete: uno por la mañana, otro por la tarde. «Ya nos veíamos venir que este sería un verano muy heavy», apostilla. 

¡A su servicio!, Ulterior. El viaje, Érase una vez..., Patas arriba y Birly y Birloque trasladan Tiritirantes de aquí a allá. Óscar Ortiz asegura que desde mayo, que todo se reactivó, está yendo todo rodado. «Sí hemos tenido algunas cancelaciones por los repuntes, pero contados», admite y conviene en que la última hora se ha puesto de moda. 

Significativo resulta que en agosto, debido a la acumulación de fechas, han dicho ‘no’ a funciones en localidades muy lejanas por los días que se pierden en el trayecto. «No es decir que no porque no. Ahora nos quedamos por aquí, Castilla y León, Navarra, La Rioja, País Vasco, salvo dos bolos ya apalabrados en Murcia y Castellón», resalta y añade que en septiembre volverán a sumar kilómetros. 

Humo echa el contador de Javier Ariza, que habla de un verano «bastante movidito» desde el coche que le lleva desde Alcalá La Real (Jaén) a su Briviesca natal. «Se están recuperando actuaciones del año pasado y han salido nuevas para este. Hay mucha diversidad geográfica», ilustra convencido de que está recogiendo los frutos del Premio a Mejor Espectáculo de Calle de Ciudad Rodrigo en 2019 de Carman. Le ha tocado el gordo. Calcula que será el año que más funciones haga desde que inició su proyecto profesional individual. Palabras mayores. 

El Seiscientos no tiene freno. Y suma metas: estreno en portugués en el país vecino y representaciones adaptadas a personas sordas en el festival Veranos de la Villa en Madrid. 

De esta nube se baja de golpe cuando el micro se acerca a Bambalúa. Sito Matía se desmarca de esa luminosidad general. «Estamos haciendo bolos, pero lejos de otros veranos. Si echamos la vista atrás, en agosto estamos casi a la mitad. Solíamos hacer 24», responde y responsabiliza «a que no se está programando como se hacía, la quinta ola ha echado para atrás a muchos y en algunos sitios hay mucho reparo». Es consciente, además, de que la fortuna los ha dado la espalda. Empezaron la temporada con cambios en la oficina de distribución y hace dos meses todos se infectaron y una compañera aún anda renqueante, lo que les impide mover la mayoría de los montajes. Tiran con Quijotadas y, en el Castillo capitalino, Patrimonios

La veterana compañía se sale del guion. Matía puntualiza que el relato depende mucho de las circunstancias de cada una: la gente que sostiene, la logística, los bolos que se hacían antes de la crisis... «Yo no tengo la sensación de que se esté recuperando y, quizás, menos en Castilla y León que fuera». 

Y es que este verano se han abierto las cancelas. Las políticas proteccionistas que todas las administraciones y en todos los territorios adoptaron tras la dura pandemia continúan, pero menos férreas. Y eso ha permitido salir de la provincia e incluso de la Comunidad.

Ya lo hacía el año pasado Jean Philippe Kikolas, que, acostumbrado a moverse por toda la geografía nacional, sí siente mayor presencia en casa. Sea como fuere, lo suyo es una auténtica Vuelta a España... y Portugal. Botón de muestra: esta semana actúa en la Muestra de Teatro de Torreperogil (Jaén), Estar Festival en Vila do Bispo (Portugal), Xátiva (Valencia), La Puebla de Hijar (Teruel) y Avilés (Asturias). Y todo con el hándicap de estar sin furgoneta propia, directa al taller tras un accidente. «Es una puñeta, pero, por suerte, podemos asumir el gasto», anota Méndez al tiempo que confiesa que el optimismo vive en él. 

La más preciada conquista de todos: las plazas de los pueblos. Los ayuntamientos han soltado amarras. Coinciden en esta realidad, pero atisban aún muchos titubeos. «Más que al virus, en algunos pueblos pequeños tienen miedo a lo que puedan decir, que les critiquen», destaca Ortiz y enfatiza que, desde luego, la cultura es segura, tanto en las grandes como en las pequeñas ágoras. 

Se suma Ariza a la reflexión y expone que, aunque se aprecian menos recelos y la gente está deseosa de participar, «aún hay lugares en los que no ha ocurrido nada en dos años». Teme que se acostumbren a esta situación y pierdan ese salvavidas que es la cultura hoy y siempre.