Una vuelta de tuerca a Hitchcock

Ramiro González
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Netflix ofrece 'La mujer en la ventana', una adaptación muy lograda de la mítica película de 1954 'La ventana indiscreta'

Ya es de sobra conocida la historia de la compra de Fox por parte de Disney. Esto supuso que la casa del ratón dejara numerosas películas sin estrenar durante un tiempo. Con cuentagotas van llegando a las salas y a las plataformas. Este es el caso de la cinta que nos ocupa ahora, dirigida por Joe Wright (El instante más oscuro, Expiación) y protagonizada por Amy Adams. La mujer en la ventana es un filme de suspense clásico que nos sumerge en la mente y sentimientos de una mujer que lleva una vida solitaria.

Anna Fox (Amy Adams) es una prominente psicóloga infantil. O más bien lo era hasta hace pocos meses. Tras 15 años de ejercicio y con una vida muy positiva, se encuentra sola en un gran apartamento de Nueva York. Siguiendo la principal regla del suspense de Patricia Highsmith, el relato empieza  cercano a la mitad, para irnos desgranando poco a poco lo que le ha sucedido a la protagonista, que afronta un terrible trauma: no puede salir de casa, tiene un miedo aterrador a todo lo que sea el mundo exterior. 

James Stewart

De tal forma que su rutina diaria casi consiste en beber vino y ver películas antiguas. Entre ellas, destaca por supuesto La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock, el filme al que rinde homenaje esta historia, basada en la novela de A.J. Finn. Anna se convierte aquí en un trasunto de ese James Stewart postrado en una silla de ruedas, armado con una gran cámara de fotos. 

La doctora aquí centra su mirada en sus nuevos vecinos, los Russell, un matrimonio que en apariencia puede ser muy normal. Pero pronto comprobamos que esconden numerosos secretos, especialmente el cabeza de familia, Alistair Russel (Gary Oldman). 

Una noche de aburrimiento más, y de preocupación por la actitud extraña de sus vecinos, Anna se encuentra con su cámara y los observa. Una cena familiar tranquila, hasta que de pronto, sucede algo sangriento. Anna ha visto un asesinato. ¿Pero realmente su mirada se encuentra clara? ¿O el zoom de la cámara le ha mostrado algo que no ha tenido lugar realmente? Pues pronto el relato nos va metiendo la idea de una terrible luz de gas hacia la propia protagonista, que nos va generando la duda de si está pasando todo.

El director hace un ejercicio realmente interesante de metacine. Porque la película tiene momentos en los que es pura narrativa literaria. La cámara de Anna es, al mismo tiempo, la cámara de Wright, pasando de una ventana a otra, o lo que es lo mismo, de una escena a otra, mostrándonos lo que él considera oportuno que sepamos. Nada más. 

 

Pura adrenalina

El cine como lenguaje que transforma la realidad y que nos crea una impresión concreta, al mismo tiempo que saca del interior del ser humano los secretos más profundos, como ocurre en el caso de la protagonista, ya que en un momento dado debemos comprender por qué está encerrada viviendo sola en un apartamento que es demasiado grande, donde abundan las escaleras laberínticas; las cuales son un reflejo de la mente humana. Todo ello construido con auténtico cuidado, al servicio de un dispositivo de entretenimiento sencillo y cargado de adrenalina.

La mujer en la ventana es una de esas películas que en otro tiempo habrían triunfado en la pantalla grande, ahora debe conformarse con hacerlo en nuestras casas. El buen thriller nos espera en Netflix.