La apuesta por el hidrógeno verde como fuente de almacenamiento de energías limpias está cada vez más presente de cara al proceso de descarbonización del planeta para no depender de los combustibles fósiles. Esta línea de trabajo no es nueva para la Universidad de Burgos, que lleva ocho años implicada en su estudio, si bien ahora quiere aprovechar la oportunidad de la llegada de miles de euros de fondos europeos para avanzar en este campo a través de los distintos proyectos de investigación en marcha y de los que se logren en el futuro.
El centro científico estará ubicado en una de las dependencias de la Escuela Politécnica Superior de la Milanera, concretamente en la destinada a estudios hidráulicos, que ofrece espacio suficiente para ir ampliando el laboratorio al contemplarse una construcción modular. El vicerrector de Investigación, José Miguel García, explica que se han aprovechado las distintas zonas de ventilación existente, tanto las ubicadas por debajo de los dos metros como las de altura, que suelen aglutinar el mayor coste de este tipo de instalaciones. Por el momento, ocupará más de 100 metros cuadrados, mientras que la obra civil asciende a 15.000 euros.
Esta cuantía nada tiene que ver con el montante económico de los equipamientos. En este sentido, la institución académica ha conseguido que la Junta, a través de la UE, consiga una maquinaria de última generación de medio millón de euros. Será la primera en llegar en diciembre, poniendo así en marcha el laboratorio. El profesor Andrés Díaz, responsable del grupo de Integridad Estructural de la Politécnica, uno de los de mayor experiencia en este ámbito, explica que dicha dotación permitirá ahondar en el estudio de la fragilidad de los materiales al entrar en contacto con el hidrógeno, un elemento que resulta muy difícil tanto almacenar como transportar.
«Tiene que estar a muy alta presión para que ocupe un volumen razonable y los materiales se degradan mucho, produciéndose fallos y roturas», explica Díaz, quien detalla que el equipo permitirá analizar la resistencia de componentes metálicos o de plástico a elevadas temperaturas. Respecto a este trabajo, su compañero Isidoro Iván Cuesta pone como ejemplo la capacidad de conocer si la conducción de las tuberías existentes donde ahora ya se mezcla gas natural con hidrógeno pueden seguir usándose o deben sustituirse.
El responsable académico destaca la importancia de avanzar en su transporte para su posterior consumo, además de en otros aspectos que van desde su producción a través de energías renovables, principalmente solar y eólica, mediante un proceso de electrólisis del agua, hasta la generación de productos derivados como el metano y amoniaco, cuya demanda es «muy elevada» en la industria, sin que en ninguno de los dos casos se emita dióxido de carbono (CO2).
Es por ello que en este proyecto trasversal también participa la Facultad de Ciencias a través del departamento de Química Orgánica. Marta Martínez explica que el objeto de análisis es la realización de «pruebas con catalizadores para la conversión del elemento químico en metano o amoniaco», mientras que otro de los ejes del trabajo para por ese almacenamiento de los excedentes de las energías limpias que ahora se pierden. «La generación de electricidad no se produce la manera continua y siempre se tiene que recurrir a combustibles fósiles», explica Alejandro Merino.
El círculo se cierra con la participación del Parque Científico Tecnológico de la UBU, cuyo director, Roberto Quesada, explica que su labor pasa por «dar soporte técnico» en la gestión de los equipamientos, a lo que añade que se trata de una actuación abierta no solo a investigadores locales sino de otras universidades, centros tecnológicos o empresas que requieran de la realización de ensayos.
El laboratorio aglutinará a científicos de hasta cuatro proyectos de investigación relacionados con el hidrógeno verde que superan en su conjunto los 1,3 millones. «Queremos aumentar el equipamiento y el número de grupos», subraya el vicerrector, quien avanza la firme pretensión de la Universidad de estar presentes en un campo «en expansión a nivel nacional e internacional, especialmente en Europa».