Tuvo que abandonar su Barcelona natal porque ya no reconocía en ella a la ciudad que le vio crecer y tras un periodo en Valladolid escogió la capital de España para desarrollar un proyecto vital tan inquieto como firme. Allí, en un piso del Barrio de Salamanca, Augusto Ferrer-Dalmau, a sus 58 años, ha construido un fiel reflejo de su rico universo particular. No falta ni uno de los elementos que le han acompañado toda su vida: lienzos y pinceles, pero también antigüedades, armas de época, una silla de montar, calaveras, cascos de guerra y libros, muchos libros. También un nutrido mueble bar con botellas que no muestran ni una brizna de polvo, lo que denota tanto su pulcritud como su costumbre de pasar buenos ratos con los amigos. Un pósit que le recuerda en la puerta lo que no puede olvidar al salir de casa demuestra cómo un pintor divino, también puede ser humano,
Después de un arduo trabajo lo han conseguido, han puesto la historia de moda ¿satisfecho?
Sí. Estamos satisfechos de que la Historia tenga interés sobre todo para un público joven. Que lo que no enseñan en las escuelas lo puedan aprender a través de novelas o de cuadros. Que les seduzca la aventura de la historia.
¿Y a qué achacan este fenómeno?
Es una opinión muy personal, pero creo que es porque, en el fondo, todos queremos sentirnos orgullosos por algo. Es nuestro ego. Sentir que como pueblo hemos hecho cosas grandes en el pasado y no somos una mierda.
¿Pero no habíamos quedado en que eso de enorgullecernos de nuestro pasado era cosa de fachas?
Ja,ja,ja. Yo nunca pensé que era de fachas. Cuando estudié de pequeño, la historia era eso: historia. Nunca me planteé que estudiar los reyes Visigodos o los Íberos fuera de fachas. Lo que he aprendido a valorar al cabo de los años es que los españoles fuimos muy importantes en la historia de la Humanidad. Descubrimos un nuevo mundo.
¿Por qué cree que la izquierda ha dejado que sea la derecha la que patrimonialice la bandera de España?
Eso me da mucha rabia, porque la bandera es de todos, nadie se la puede apropiar. Es cierto que ahora parece territorio exclusivo de la derecha, pero luego llega cualquier acontecimiento deportivo y la coge todo el mundo. Gana la selección española el Mundial de fútbol y ves banderas de España por todos los sitios.
Incluido Cataluña y el País Vasco…
El día que ganó España el Mundial yo estaba en Barcelona y jamás había visto tantas banderas de España juntas. Somos así los españoles, hacemos ver que somos como una gran familia, pero solo cuando hay un éxito de por medio. Somos muy raros. Por eso cuando me hablan de nacionalismos me río un poco, porque en el fondo somos todos lo mismo. Cuando ves que tu país va bajando peldaños a nivel económico, social y cultural, es lógico que haya gente que quiera bajarse del tren. Eso pasará también en Estados Unidos si algún día entra en decadencia.
Defienden la importancia de la historia, pero mi hija quiere estudiar esa carrera y no sé cómo quitarle la idea de la cabeza.
Buff, es que es un putada. Es como estudiar filosofía. Lo que puede hacer es estudiar la carrera que le gusta y luego hacerse escritora. La novela histórica va a tener un futuro inmenso. Si fuera mi hija le diría que estudiase otra cosa, porque no sé en qué puede trabajar. Pero yo hubiera estudiado historia.
¿Mirar al pasado le permite comprender mejor el presente?
Es fundamental. No se puede entender el presente sin saber de dónde venimos. No podemos censurarlo porque nuestros antepasados hicieron las cosas lo mejor que pudieron, pero sí podemos aprender de sus errores para no cometerlos.
Vargas Llosa preguntaba en qué momento se jodió el Perú ¿Y España?
Con los Reyes; con los Borbones. Los españoles morían aunque seguían ganando batallas y lo perdíamos en una corte infame y llena de traidores. El desastre de España fue la Monarquía.
Ahora el comportamiento de otro Borbón, el Rey Emérito, a quien está haciendo daño es a la Monarquía.
Es una parte de la historia de España. Con sombras, pero también con luces. Al final te quedas con las cosas buenas. Los españoles somos así. Cuando muera recordaremos su parte buena, como el impulso a la Constitución.
En apenas 10 años pasó de encabezar las listas de popularidad, a ser el personaje más denostado.
Hoy estás arriba y mañana abajo. No conozco a ningún presidente del Gobierno que se haya marchado por la puerta grande. Ni Suárez. Históricamente, todos los que gobiernan en este país acaban mal. Solo reconocemos su valía cuando mueren. Mientras viven, somos sanguinarios.
¿Tanto le marcó la mili como para dedicarse a pintar batallas históricas?
En la mili me lo pasé bien y mal. Como todos. Pero esto me venía de pequeño. Me gustaban las películas de Errol Flynn, pintar soldaditos de plomo… En cambio no me gustaba el fútbol, prefería leer hazañas bélicas.
¿No le tentó la carrera militar?
Lo intenté, pero era muy difícil. Había que estudiar mucho y lo dejé correr. Lo intenté con mi hermano gemelo, fuimos juntos, pero nos dimos cuenta pronto de que no era para nosotros.
Con ese nombre y esos apellidos hubiera dado bien el perfil de general de brigada.
No hubiera llegado ni a teniente coronel. Nunca me ha gustado obedecer, y en la mili me pasé mucho tiempo arrestado por eso. La verdad es que no hubiera pasado de capitán.
¿Qué momento histórico le hubiera gustado vivir?
La campaña de África. Ese sol, ese calor, esa angustia, ese sufrimiento… Es de esos momentos que me hubiera gustado vivir. ¡He leído tanto sobre eso!
¿Y qué papel le hubiera gustado desempeñar allí?
El de soldado. Uno más de la tropa. Probablemente, hubiese muerto allí por mi forma de ser. Me hubiera costado salir corriendo y no hubiera sobrevivido. Llegué a conocer, ya muy mayor, a una persona que estuvo allí, en Annual. Me contó cosas increíbles y pensé que yo tenía que haber vivido eso. Les mandaban a hacer la mili allí y aunque sabían que iban al matadero, fueron valientes. Lo llevaban en la sangre.
Ha conseguido el éxito, es un pintor cotizado y con un estilo único ¿Qué es lo que le hace cada día volver a enfrentarse al lienzo?
Que nunca estoy satisfecho con lo que pinto. Es una lucha constante conmigo mismo. Siempre creo que se puede hacer mejor. El día que piense que un cuadro está perfecto estaré muerto como pintor. Yo, y cualquier artista. Me obligo todos los días a mejorar y si no lo consigo me enfado conmigo mismo. Y me deprimo cuando veo lo que han hecho todos los artistas que son mil veces mejores que yo. Cuando siento que estoy crecido, me voy al Museo del Prado y me convierto en un ser diminuto. Es una cura de humildad.
Pues han llegado a referirse a usted como el Velázquez del siglo XXI.
Me da un vergüenza que me muero. Lo paso fatal, no me gusta que digan eso. Estamos comparando a Dios con un monaguillo. Me queda mucho por aprender y es lo que me impulsa a seguir trabajando.
¿Qué parte de Augusto Ferrer Dalmau es talento innato y qué parte trabajo duro y disciplina?
El talento viene de que naces con cierta facilidad para dibujar. Pero ocho de cada diez españoles pintan. El resto son doce horas diarias durante 20 años, con lo que si tienes ese pequeño duende, tienes que aprender. Hay gente que nace con un don superior al mío, pero bien porque no lo han visto o bien porque no lo han podido desarrollar no han llegado a nada.
Ha dedicado mucho esfuerzo, pero usted comenzó relativamente tarde en esto de la pintura.
Sí, empece cerca de los 30 años. Yo era diseñador textil, me ganaba bien la vida, pero decidí que quería cambiar. No me llenaba y pensé: los pocos años que me queden, los voy a disfrutar. Lo hice cuando me di cuenta de que podía morir algún día.
¿Cómo aborda cada nueva obra? ¿Cuál es su método de trabajo?
Yo trabajo todo por encargo. Viene alguien y me dice que quiere un cuadro del siglo tal. La mayor parte de las veces me dejan elegir a mi el tema y entonces empiezo a investigar, voy a archivos, busco todo tipo de papeles, de uniformes... Tengo asesores muy buenos que dominan la materia y ya sé a quién llamar según los temas. Luego ya busco la trama, la historia que pueda resumir en un cuadro. Busco una ventana, una instantánea del momento. Eso es lo que me lleva más tiempo.
En plena época de revisionismo de la guerra civil usted se niega a pintar sobre ella. ¿Por qué?
He hecho un par de escaramuzas. Incluso el paso del Ebro, por un lado y por el otro, pero es que sé que haga lo que haga me va a caer la del pulpo. Y sin embargo, si pinto las guerras carlistas, que fueron tres y durísimas, sé que nadie me va a decir nada. ¿Qué gano yo pintando algo que ya está fotografiado y metiéndome en un berenjenal?
¿Cuándo superaremos el trauma de las dos españas?
En los años 80 y los 90 ya estaba superado. En mi época, nadie hablaba de Franco ni de la Guerra Civil. Lo importante entonces era la Movida, salir de copas y divertirte. Yo no recuerdo hablar jamás de Franco y nunca le pregunté a mi abuelo por la Guerra Civil. Y sin embargo ahora, mi hijo me pregunta por ella.
Y en caso de cambiar de opinión, ¿qué batalla de la Guerra Civil le gustaría plasmar?
Quizá el frente de Teruel, por el frío. Esas temperaturas casi siberianas, con las imágenes de los soldados tapados con las mantas. Ese fue el frente más duro de todos y el que más se acerca a mi tipo de pintura.
Ante todo, usted es una persona comprometida. ¿No le tienta volcar su talento hacia algún acontecimiento más cercano como forma de denuncia? Algo así como lo que hizo Picasso con el Guernica.
No, no. Intento evitar cualquier tipo de etiqueta porque ya he visto lo que pasa. Estuve en la guerra de Alepo, pinté un cuadro para los rusos y luego la gente me lo censuró. Si yo pinto algo del presente, va a haber parte de la opinión pública que me lo va a echar en cara.
Pensaba en otro tipo de batallas.
Bueno, con Antonio Pérez Henares quedé en pintar el atentado de ETA del autobús (el de la Plaza de la República Dominicana, en Madrid, donde murieron 12 guardias civiles). Él estuvo allí y le he prometido que le pintaré ese cuadro. Ya lo tengo en imágenes y es dantesco. Va a ser un cuadro muy bonito y lo haré con los alumnos de mi taller, para que sea un cuadro coral. Lo voy a hacer porque eso es algo más que historia.
¿Y plasmar en un cuadro el dolor de la pandemia?
Lo tengo pendiente. Lo voy a pintar porque eso fue una guerra terrible y ahora estamos con las consecuencias. De hecho yo fui a Ifema porque quería pintar un cuadro de la pandemia. Me pusieron el equipo de protección y tomé notas y fotografías. Tengo la idea del cuadro y lo voy a pintar con la Fundación y lo donaremos a alguna institución.
¿Ha pensado en volver a Cataluña?
No. No.
¿Qué se lo impide?
Yo soy catalán porque nací allí y tengo más de ocho apellidos catalanes. Pero la de ahora no es la Barcelona que yo conocía. Muchos de mis amigos ya viven fuera también. Yo tengo el recuerdo de la Barcelona del 92, una ciudad abierta al mundo. Recuerdo aquello como los días más grandiosos de mi vida. Lo que hizo Maragall no se ha repetido nunca.
Al menos irá de visita, supongo.
Ni eso. La última vez fui a hacer una entrevista para el centro de TVE en Cataluña. Llegué, hice la entrevista y me fui. Voy dos días a Cadaqués a ver a mi hermano, pero nada más.
¿Por qué cuadro cambiaría toda su obra, tanto la presente como la futura?
Sin duda alguna por las lanzas de Velázquez. Es la obra cumbre. Cambiaría todo lo que tengo por haber pintado ese cuadro.
Estuvo en Afganistán en plena guerra ¿qué enseñanzas le dejó?
Estuve dos veces, una con los americanos y otra con los españoles. Me quedaron sensaciones muy extrañas. Recuerdo los olores, los ruidos, las voces… Entras en una zona de operaciones y te transformas. En el fondo estás deseando que pase algo para vivirlo, porque eres un irresponsable. Te crees inmortal hasta que ves que a tu lado muere alguien.
¿No le tienta ir a Ucrania?
Me hubiese gustado ir, pero me hubiese metido en muchos líos. He procurado mantenerme al margen y ni siquiera opinar de ello porque tengo amigos en los dos bandos. Y encima mi mujer es georgiana. Lo único que diré es que me da miedo que entremos en una tercera guerra mundial, pero esta vez económica, que nos puede hacer mucho daño a muchos millones de personas.
Algunas veces ha dicho que Rusia es la culpable de su penúltimo proyecto Fundación Arte e Historia. ¿Cómo avanza?
Rusia me invitó y tuve muy buena relación con ellos. Visité el Taller Grecov y pensé que había que montar algo así aquí. Creamos una fundación para poder reproducir ese modelo. Tenemos ya el profesorado y en septiembre comenzamos las clases del máster que tendrá un año de duración. Al mismo tiempo estamos haciendo un taller para niños con autismo. Estamos muy contentos y muy animados.
¿Cómo va a implicarse en la Fundación?
Daré clases de una de las asignaturas y estaré encima de lo que hagan todos los chavales. De hecho quiero que los mejores empiecen a hacer cosas para las instituciones. La idea es que la corriente Ferrer Dalmau continúe cuando yo ya no esté. Quiero transmitir todo lo que sé a mis alumnos para que continúen. Lo que más me gustaría es que los que cojan mi testigo me superen.
También ha escrito un libro. ¿No le tienta cambiar pincel por pluma?
Hice un libro con un amigo sobre un batallón de la División Azul. Mi trabajo era hablar con ellos y entrevisté a más de 300 excombatientes, porque quería saber la verdad.
¿Y qué se encontró?
Historias duras, muy duras. La verdad no es como la cuentan. Había mucha hambre y es como si ahora, en época de crisis, te ofrecen alistarte como marine en una guerra que tienen ganada porque vencen en todas las batallas y te pagan un pastizal. Lo que pasa es que luego se encontraron con que no era así.
Estoy a punto de acabar la entrevista y no le he preguntado por Pérez Reverte. ¿Sorprendido?
Ja,ja,ja. Es un gran amigo. Mi mejor amigo. Es la única persona a la que permito que me llame chaval. Con esa forma que tiene él de llamarme chaval. Me da un poco de miedo, porque es la única persona que siempre acierta todo lo que predice.
¿Y eso es por perro o por viejo?
Por las dos cosas. Y porque ha leído un huevo y sabe que las cosas se repiten siempre. Es la persona de la que más me fío y jamás he discutido con él. Y eso es algo raro en mí.
Pues si es tan amigo suyo, consígame una entrevista con él.
Eso está hecho. Haga que quede bien en esta entrevista, yo se la paso y así lo cerramos. Pero ya sabes que a él no le gusta meterse en polémica, aunque hay días que se levanta y no sabes por dónde va a salir.