El Ayuntamiento de Mecerreyes cerró el albergue municipal La Corneja el 14 de marzo del año pasado, cuando irrumpió la pandemia. Casi año y medio después las instalaciones han vuelto a abrir sus puertas para poder dar cobijo y descanso a los peregrinos del Camino de Cid, que todavía con cuentagotas atraviesan el municipio pero que necesitan de este lugar para poder pernoctar, como reconoce el alcalde de la localidad, Francisco Rodríguez.
Para reabrir este establecimiento el Ayuntamiento ha necesitado de un informe favorable de Sanidad de la Junta de Castilla y León y ha tomado una serie de medidas para garantizar la seguridad de las personas que se alojen en él. «Desde Sanidad hicieron una auditoría, que resultó positiva y en la que nos sugerían que hiciéramos un control de plagas», comenta el regidor, que afirma que actualmente solo se permite un aforo del 50%, es decir, únicamente se pueden utilizar 11 de las 22 plazas que tiene.
Respecto a las modificaciones en su mobiliario una de ellas ha sido la redistribución de las camas literas, ya que se han separado para asegurar una distancia de 2,5 metros entre ellas. Igualmente, en cada litera (con dos camas, una arriba y otra abajo) solo podrá dormir una única persona. En la zona de comedor también se ha buscado esa distancia de seguridad, con las sillas en orden alterno.
Sin sábanas por la covid. Además, como explica Francisco Rodríguez, al albergue se limpia y desinfecta por completo después de ser utilizado por cada uno de los peregrinos. «Como medida anticovid también hemos quitado las sábanas, por lo que cada usuario debe de traer su saco para poder dormir», aclara.
En relación a la afluencia de peregrinos es bastante menor que antes de la crisis sanitaria, pero está comenzando a despertar. «Desde que hemos abierto, día si día no, tenemos personas alojadas. Normalmente vienen en parejas, de dos en dos», comenta el alcalde, que asegura que en un año normal la media de caminantes que pernoctan es en torno a los 250.
Este albergue se gestiona desde el bar de Mecerreyes. El caminante llega, pide poder alojarse y tras pagar cinco euros y portar obligatoriamente la cartilla de peregrino se le da llave para que pueda acceder. Al marcharse simplemente tiene que dejarla en un buzón.
La instalación fue inaugurada en julio del año 2010, lo que la convirtió en la primera de esas características dentro del Camino del Cid en la provincia. Tiene una superficie de 192 metros cuadrados, distribuidos en tres plantas y dispone de diferentes cuartos con camas, baños, salón, cocina y asador. El Ayuntamiento invirtió en su construcción 158.000 euros y el primer día que se abrió ya recibió a sus dos primeros caminantes.