«Hay algún día que no van al colegio pero aquí no faltan ninguno», afirma Mónica Martínez, consciente de su importancia como eslabón en la fina cadena que separa del fracaso escolar a los cerca de 30 chavales que reciben apoyo al estudio en el Centro Juvenil Arlanza. La pandemia les ha acercado un poco más al borde de ese precipicio, sobre todo a quienes carecen en casa de los medios tecnológicos que permiten seguir las clases, realizar tareas, trabajos... «Conseguir que no se desenganchen del sistema educativo ya es un logro», explica esta técnica de Cáritas, que junto con Lidia del Río y el apoyo de al menos una decena de voluntarios gestiona las instalaciones de Lerma.
Que acaben la ESO es uno de sus objetivos, pero no todo pasa por el estudio ni por los menores en situación de riesgo. Los locales de la calle Góngora son también un punto de encuentro. «¿Dónde están los chicos? En el Centro Arlanza».Las familias lermeñas repiten esta frase, explica la alcaldesa, Maribel Sancho. No en vano, por allí pasaron durante 2020 y pese a las restricciones de la pandemia 190 chavales.
El Ayuntamiento de Lerma y Cáritas Diocesana firmaron ayer con la Fundación Cajacírculo, propietaria de las instalaciones, un convenio de cesión a 3 bandas que permitirá mantener las actividades que la ONG inició en 2007 y que fue una de las apuestas más ambiciosas de la Obra Social de la ya extinta caja de ahorros burgalesa. El presidente de su heredera, Emilio de Domingo, se mostró «encantado» de poder brindar «un espacio de acogida para toda la comarca» delArlanza. Además de en las actividades de ocio, al grupo de apoyo escolar acuden a diario estudiantes de Villahoz y Tordómar en autobús. Por el momento, resulta inviable extender ese servicio a otras localidades que se han interesado, como Covarrubias o Madrigalejo del Monte.
Jorge Simón, director de Cáritas Diocesana, recalcó que en este centro confluyen dos de sus ejes estratégicos, el mundo rural y el de la infancia y la adolescencia.