Hace cinco años que el ortoprotesista Daniel Rodríguez empezó a pensar en el brazo que ahora muestra en la foto. Un paciente habitual de Ortopedia Burgos, a quien le habían amputado la mano derecha y parte del antebrazo hacía una década, explicó que quería recuperar parte de la vida que había perdido con la tecnología más avanzada: la biónica. Es decir, quería una mano tan semejante a la que conservaba que le permitiera hasta coser. Y ya la tiene. Es la primera que se coloca en la provincia con estas características.
«Manos bioeléctricas hemos hecho, pero esta es la primera biónica y con el último modelo del mercado», explica Rodríguez, destacando que eso significa que va mucho más allá del movimiento de pinza de las extremidades electrónicas. «Tiene mucha más precisión, porque es lo más parecido que hay a una mano», dice el técnico, poniendo cifras: entre 30.000 y 65.000 euros. Es el precio medio por 34 movimientos, de los cuales doce cotidianos puede activarlos el paciente por sí mismo (agarrar utensilios o meter el pulgar en el bolsillo del pantalón) y otros 22 más específicos (pintar, coser o incluso hacer una peineta) se controlan a través de una tablet o de un teléfono inteligente concreto. Pero lo más característico de este brazo es que permitirá que su dueño pueda hasta flexionar la muñeca hacia arriba y hacia abajo. «Y eso es muy importante para cerrar puertas o empujar cosas», apunta Rodríguez.
electrodos. Mientras que la mano se fabrica y vende en una pieza, el brazo es obra del ortoprotesista. Sin ese encaje, la extremidad no funciona. El porqué está en el interior, donde hay unos electrodos que facilitan la conexión de los impulsos nerviosos del paciente con la pieza biónica. «Ha de tener un nivel de impacto muscular suficiente para manejarla; donde más potencia hay es en el muñón pero, si no, se buscan soluciones», comenta Rodríguez, destacando que en este caso hay amputación hasta el tercio medio del antebrazo.
Después, hay que garantizar el contacto de los electrodos con la piel del usuario, por lo que la extremidad amputada se cubre con una suerte de piel artificial que se adhiere totalmente, cual preservativo. En esta prótesis, de hecho, el establecimiento burgalés tuvo que idear un sistema propio para extraer el aire y no dejarlo entrar, porque el mecanismo convencional provocaba una diferencia de 7 centímetros con el brazo que el paciente conservaba. Por último, el paciente puede cubrirse con un guante o lucir brazo biónico.