Las reservas «muy buenas» con las que se cerraron la campaña de riego de 2020 han permitido salvar la de este año pese a una primavera y un verano más secos de lo habitual. Pero esto abre una situación de incertidumbre sobre la próxima campaña, ya que este año «no se tendrá ese colchón», explica el director técnico de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), Alejandro Barriuso, que puntualiza que los datos a los que ellos se refieren son los de los embalses de regulación en la parte alta de la cuenca, con una capacidad total de 2.877,5 hectómetros cúbicos y que se destina principalmente al regadío.
De momento, los volúmenes mínimos que se marcaron en la comisión de desembalse del pasado mes de abril para cada uno de los sistemas están garantizados, como afirma el director técnico. «Viendo la evolución en todos los sistemas, podemos decir que creemos que llegaremos a cumplir todos los volúmenes mínimos que nos marcamos en todos los embalses y todos los sistemas. Pero si se habla de futuro, la campaña que viene estamos como siempre, dependiendo de la climatología, de cómo vengan el otoño y el invierno», señala.
Si se compara con otras comunidades, Castilla y León presenta una situación mejor que la media de los últimos diez años, ya que la capacidad actual de los embalses se sitúa en el 50,6 por ciento del volumen total, mientras que la media es del 49,3. «Es cierto que el año pasado, a estas alturas, estábamos mucho mejor porque teníamos mejores niveles», detalla Barriuso, ya que en 2020 teníamos una capacidad del 56,3 por ciento.
Por sistemas, el del Esla y Órbigo en León presentan valores similares a los del año pasado, mientras que el Carrión y el Pisuerga en Palencia son los que peor situación tienen. El resto se sitúan en valores habituales, aunque los del sistema central si presentan valores por encima de la media porque tanto el otoño pasado como el invierno fue húmedo especialmente en esta zona y «todas esas precipitaciones que hubo por encima de los valores normales todavía se notan algo en nuestros embalses».
Esas lluvias y fenómenos como Filomena, que llenaron más de lo habitual los embalses de la Comunidad, permitieron alcanzar niveles de reserva «bastante altos, por encima de la media también», pero una primavera muy seca provocó que «no aumentaran tanto las reservas las semanas previas al inicio de la campaña de riego como el año anterior».
Concienciación
La mayoría del agua de estos embalses se destina al regadío y, pese a las condiciones climatológicas, el director técnico de la CHD confirma que no han observado que este año haya habido unos consumos más elevados que en años anteriores. «Los consumos se han mantenido en todas las zonas regables de todos los sistemas de explotación por igual», indica.
Una estabilización en la que es fundamental la colaboración de los agricultores castellanos y leoneses, ya que percibe que «sí se hace un consumo responsable del agua». «La mayoría de las comunidades de regantes han propiciado procesos de modernización y están comprometidas porque saben que lo que puedan ahorrar un año, tienen para el siguiente, como se ha comprobado en éste», añade.
Reconoce que hay que prever el cambio climático y cómo afecta a la situación de los embalses. «Al final lo que va a hacer es que las épocas de sequía sean más largas y más secas, y las avenidas o precipitaciones importantes acumuladas en cortos espacios de tiempo cada vez sean más habituales. La verdad es que eso juega en nuestra contra porque la manera más sostenida y eficiente que hay para embalsar agua es a través de precipitaciones que sean constantes a lo largo de todo el otoño e invierno, y ya si son en forma de nieve pues mucho mejor», explica Alejandro Barriuso, que concluye que «cuanto más tarde llenemos los embalses en primavera, más tiempo se puede quedar ese recurso en los mismos, por lo que sí, el cambio climático va totalmente en nuestra contra».