Dolores Calleja llegó a la política municipal burgalesa a sabiendas de que se iba a ocupar de áreas que dan mucho trabajo y pocos titulares de lucimiento personal. Pero es que ella tenía su vida profesional resuelta en 2007 -como secretaria del Ayuntamiento de Merindad del Río Ubierna-, el año en que Juan Carlos Aparicio la incluyó en su lista del PP para las elecciones al Ayuntamiento. De modo que su única ambición pasaba por hacer un buen trabajo en la Concejalía de Licencias (heredera de Obras), donde tenía que poner orden para agilizar la tramitación de autorizaciones que muchas veces se eternizaban en la sección, lo que provocaba la desazón de no pocos promotores de negocios y viviendas. Esta mujer «extrovertida, tenaz y con carácter» -así la describen los dos alcaldes con quienes convivió en el Consistorio, Aparicio y Javier Lacalle- murió ayer a los 63 años de edad. Viuda desde los 30, tenía una hija y una nieta.
Calleja -Lola o Loli, para sus allegados- entró en las listas del PP en 2007 ‘por culpa’ de un exconcejal, Eduardo Francés, con quién mantenía una amistad desde que éste fuera alcalde de Castrojeriz y ella secretaria de dicho Ayuntamiento. Francés informó a Aparicio de que ya no tenía intención de acompañarle en la carrera por su segundo mandato, pero el exregidor le pidió a cambio que buscara una persona de confianza para sustituirle. Esa persona fue Dolores Calleja, que sería concejala del Ayuntamiento de Burgos durante ocho años, hasta 2015. Licenciada en Derecho por la Universidad de Valladolid, se colegió en Burgos y, tras una temporada en que no ejerció, se inició en la Administración en Castrojeriz. Después se presentó a las oposiciones, aprobó y se convirtió en secretaria del Consistorio de Merindad de Río Ubierna.
Su experiencia en derecho administrativo y urbanismo «reunía los requisitos idóneos» para dirigir un área como el de Licencias, que Aparicio quería potenciar en su segundo cuatrienio como alcalde. «Era muy profesional y no regateaba ningún esfuerzo en la Concejalía», recuerda el ex regidor municipal.
Su trabajo en la localidad vecina a Burgos capital le obligaba hacer jornadas maratonianas para sacar adelante su trabajo como edil capitalina, «pero lo hacía con abnegación y siempre con una sonrisa».
Aparicio, «tristísimo» ayer por la pérdida de una «amiga», destacó su labor en la transformación del servicio de aguas en una sociedad anónima, un proceso que se materializó en 2010 pero «detrás del cual hubo mucho trabajo invisible, de tipo jurídico, que ella su capitanear muy bien». Asimismo, recuerda que fue ella la que se enfrentó a las grandes operadoras de telefonía para impedir que llenaran de cables y cajas las fachadas de los edificios del centro histórico para instalar la fibra óptica.
En lo personal «se va una muy buena compañera, una gran amiga y una mujer -que aunque muchos no lo sepa- era muy alegre, le gustaba cantar, cocinar y organizar meriendas para sus familiares y amigos».
En 2011 Aparicio no repitió como candidato a la Alcaldía por el PP pero su sucesor, Javier Lacalle, confió en ella para que continuara con su «buena labor» en el Concejalía de Licencias y para que se encargara de un nuevo área, el de Vivienda. Eso sí, abandonó sus responsabilidades en la Sociedad de Aguas después de su transformación. Para Lacalle «fue muy fácil» trabajar con Dolores, «siempre dispuesta a ayudar pese al tiempo que le quitaba su trabajo en Merindad de Río Ubierna».
En este segundo mandato municipal Calleja tuvo una gran responsabilidad, la de impulsar la ordenanza para hacer cumplir el Reglamento de Urbanismo de 2004 en lo concerniente al control y vigilancia del estado de los inmuebles.
«Fue ella la encargada de promover la norma municipal para la Inspección Técnica de Edificios (ITC), de diseñar el registro, crear el censo y articular los criterios para que las comunidades de vecinos pasaran por ello», recuerda Lacalle. Aparicio añade que «hizo que la norma no fuera tan torturante» como planteaba el reglamento autonómico.
En 2015 se despidió de la política y regresó de lleno a su anterior vida profesional. En los últimos tiempos, afirma Aparicio, había encontrado «la tranquilidad», disfrutaba de la vida y, sobre todo, de su nieta. Descanse en paz.