Rastrillo en mano y bajo los primeros rayos de sol, los trabajadores de Urbaser, la empresa concesionaria del servicio de limpieza de la ciudad, se afanaban en la recogida de la ingente cantidad de residuos que había dejado la celebración del Curpillos el viernes en El Parral. Vasos de plástico, botellas, tetra brik, bolsas, restos de comida... Toda una amalgama de deshechos que con paciencia iban aglutinando en montones para después retirarlos.
Y es que tras la fiesta, en la que se dieron cita miles de personas en una excepcional jornada de calor, toca devolver a este espacio, propiedad de Patrimonio Natural, a su estado anterior lo antes posible y borrar así el paso de estos burgaleses y visitantes que comieron y bebieron durante toda la jornada en este espacio. La labor de los trabajadores contrastaba con el venir de algunos peregrinos, sorprendidos de lo que encontraban en su Camino mientras andaban, y también con personas haciendo deporte o sacando de paseo a sus mascotas.
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