La Junta de Castilla y León ha decidido tomar una actitud mucho más conservadora que el resto de territorios del país y ser lo más cautelosa posible a la hora de avanzar en la desescalada. La pandemia de la COVID-19, que ha firmado un parón en la economía sin precedentes, está provocando que cada provincia siga un ritmo diferente en la vuelta a la denominada ‘nueva normalidad’, y mientras algunas regiones ya disfrutan de los beneficios de la fase1, en la comunidad castellanoleonesa el desconfinamiento se está produciendo a pequeña escala.
Esta política, según la Federación de Empresas del Metal de Burgos, está provocando una «disminución de prestigio frente a los clientes» de la industria burgalesa cara a otras de territorios próximos -País Vasco principalmente-, ya que, por ejemplo, las locales no pueden acoger visitas por las medidas de seguridad impuestas, lo que ya está repercutiendo en la pérdida de contratos.
Sin especificar la compañía, el presidente de Femebur, Andrés Hernando, asegura que conoce ya un caso «importante» de un cliente centroeuropeo que ha desistido de hacer negocios con una empresa burgalesa y se ha quedado en el territorio vasco.
«Queremos llegar a la fase 3 cuanto antes, pero como no empecemos pronto con la 1 es difícil avanzar. Es necesario reactivar la economía con seguridad y sentido común, pero no podemos quedarnos en casa esperando que nos caiga el maná del cielo», apunta.
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