«Me quedé fría. Fría, pálida y congelada y durante el viaje de vuelta a Burgos estuve completamente aturdida, preguntándome qué había pasado. Y aunque suene paradójico me sorprendió este final pero no me sorprendió, porque yo le conocía bien». Así explica Raquel Álvarez su primera reacción cuando conoció por teléfono que su padre se había suicidado. Estaba fuera de España en un viaje de trabajo y fue su hermano quien se lo comunicó, por lo que tuvo que volver inmediatamente. «Él era un hombre de 80 años, que tenía una leve depresión, o al menos creíamos que era leve, y era muy miedoso, le tenía pánico a perder la independencia, a terminar en una silla de ruedas o en la cama, y creo que esto fue lo que empujó a hacerlo. Esto ocurrió hace seis años y en la familia nunca hemos evitado hablar, aunque no tanto del tema como de él, pero siempre tenido gente con la que dar salida a lo que siento».
Mientras ella explica su historia, el resto de compañeros le escucha en silencio. Allí están Juan Francisco Lorenzo, que en 2007 perdió a su hijo David, que se quitó la vida a los 25 años; Raquel Martínez, cuyo hijo de la misma edad, Ángel, tomó idéntica decisión en enero de 2019, y la médica jubilada Emilia Segura, que vivió también esta dura experiencia con su marido en 2012: «Padecía desde los 20 años una cefalea crónica que cada vez le producía periodos más largos de dolores muy intensos y que en los últimos ocho o diez años apenas respondió a los tratamientos de todo tipo que se le hicieron. Llegó un momento en el que el dolor era lo que presidía su vida porque llegó a estar hasta diez o doce horas con un malestar intensísimo. Él decidió que no quería seguir viviendo así y a los 56 años se suicidó».
Explica que como llevaban tantos años viéndole en esa situación tan tremenda de sufrimiento continuo, «era una cosa un poco esperada, de alguna manera lo veíamos venir» lo cual no disminuyó la impresión de recibir semejante noticia: «Lo había verbalizado muchas veces y sabíamos que iba a terminar de la forma en la que lo hizo».
Estas cuatro historias han confluido desde hace algún tiempo en un grupo de apoyo que se empezó a pergeñar en el año 2019. Se trata de una actividad informal que no tiene ni nombre aunque el grupo de whatsapp que han conformado se llama ‘Por ellos’: «Cuando alguien de tu familia se suicida, después de que pasan los primeros días nadie quiere hablar contigo de lo que ha ocurrido, se convierte en un tema tabú, igual que en los medios de comunicación, donde hasta hace poco no se hablaba de esto. No quieren sacar el tema por miedo, porque creen que te van a molestar, por no poner el dedo en la llaga, por no meterse en un charco... pero cuando se tiene un dolor hondo y profundo como es este necesitas hablarlo porque es terapéutico. Y de esa necesidad surge el grupo, para poder hablar de ello de igual a igual con gente que comprende perfectamente como te sientes».
PIDE AYUDA:
Grupo de apoyo. Dispone de dos correos: jflorenzo@yahoo.es y degamonal@gmail.com; y una página de Facebook: Grupo de Apoyo a Supervivientes de Suicidio.
Teléfonos de la Esperanza. 947107109 y 647907096.
Asociación de Salud Mental (ASAM). Llamadas y whatsapp, al 600 410 029.
Prosame. Contacto: 947223916 y info@saludmentalburgos.org
(Más información en la edición de hoy en papel de Diario de Burgos)