Tras las huellas del fuego en Atapuerca

B.A.
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El prehistoriador Aitor Burguet-Coca trata de evidenciar la existencia de hogares en el interior de yacimientos. Ha prendido en Salgüero de Juarros varias fogatas, que monotorizó y cuyas muestras analizará para comparar con las arqueológicas

Los investigadores analizarán los restos de varias hogueras. - Foto: Christian Castrillo

Tiene dos años de trabajo de investigación por delante para demostrar si en el interior de las cuevas de Atapuerca, en concreto en el nivel 19 de la Sima del Elefante, prendían hogueras o no sus habitantes. A este reto se enfrenta el arqueólogo prehistórico Aitor Burguet-Coca en el desarrollo de su proyecto postdoctoral Herramientas para la identificación del fuego antrópico en contextos de baja visibilidad durante el Pleistoceno medio, lo que le ha llevado a Paleolítico Vivo, en Salgüero de Juarros, en dos ocasiones este año. La última este fin de semana, donde ha encendido cuatro fogatas, lo que él llama modelos de referencia, para después analizar diferentes parámetros, compararlos con restos arqueológicos y tras interpretarlos poder responder a la hipótesis que dio origen a su proyecto: ¿Hubo fuego en la sima del Elefante?

Pero el proceso no es tan sencillo, requiere de paciencia, minuciosidad y mucho control. Durante estos días en Paleolítico Vivo, que mantiene un convenio con el Instituto Catalán de Paleoecologia Humana y Evolución Social, del que Aitor es investigador asociado, el prehistoriador ha organizado cuatro hogueras, tratando de recrear las que pudieron prender los habitantes de ese entorno entre hace 400.000 y 300.000 años. Son hogares planos, encendidos con hierbas secas y cuyo combustible es a base de madera de pinus sylvestris, «de cuyo uso existen evidencias en el interior de las cuevas», aclara. De esta visita les interesa ver cómo el fuego se preserva a lo largo del tiempo.

Un fuego que han cuidado con mimo durante este fin de semana, noche y día, fotografiándolo y controlando todas las variables que le envuelven, como la temperatura, viento, calor que genera e incluso la coloración que va mostrando. «Vamos anotando todo lo que va pasando en él, su evolución», explica Aitor Burguet-Coca, que el lunes recogió una muestra de restos de la combustión y hará lo mismo dentro de 3, 6 y 12 meses.

Estos sedimentos del fuego los someterá a un estudio de química analítica, una técnica propia, «no muy habitual» cuyo resultados podrá comparar con los que arrojen con la misma técnica los de los sedimentos arqueológicos del interior del yacimiento de la Sima del Elefante y del de La Cansaladeta (Tarragona). «En ambas ya hay cierta evidencia de fuego en su interior. En el burgalés aparecieron en el techo microcarbones, y en el catalán se descubrieron piezas líticas quemadas», comenta el investigador, que decidió comenzar con ambos enclaves por esta circunstancia. Por delante aún tiene la labor de mostrar si los datos de los yacimientos son coincidentes o parecidos y puede concluir con la existencia de esos fuegos. «Hay que tener en cuenta muchas variables, los años de diferencia entre unos y otros o si el fuego es natural o se propició en el interior de la cueva», enumera el experto en relación a la diversidad de constantes a las que tiene que ir dando respuesta y a las que se enfrente siempre desde el «rigor científico».

Estudio referente. También analizará con esa técnica los restos de las primeras cuatro hogueras de su proyecto, que las realizó durante una semana en marzo. En este caso intentaba descubrir que tipos de elementos químicos genera la combustión y sus cantidades, cogiendo muestras antes y después de la misma.

Una vez concluido este postdoctorado, financiado a través de las prestigiosas becas de investigación Marie Curie y que realiza desde la universidad holandesa de Leiden, no solo conseguirá responder a la pregunta que se planteó como punto de partida, sino que sentará las bases, generará unos referenciales para otras personas que estén trabajando en este ámbito de investigación relacionado con el fuego. «Vamos a aportar un corpus de datos para toda la comunidad, por el camino vamos a desarrollar aproximaciones o metodologías que servirán a otros científicos», añade.

¿Y qué le ha llevado a Aitor Burguet-Coca a realizar esta investigación en este entorno? Fue becario de la Fundación Atapuerca y ha participado en varias campañas. «Ethel Allué, que está detrás del estudio del uso del fuego en la Trinchera del Ferrocarril y en toda la Sierra de Atapuerca, fue mi directora de tesis», comenta Aitor, que en ese trabajo hizo un estudio del fuego a lo largo de la Prehistoria, entre el Paleolítico Medio y la Edad de Bronce.

Cuando decidió hacer un trabajo postdoctoral pensó en dar otro paso, en este caso para atrás en el tiempo, un gran reto dada la antigüedad a la que se enfrenta. «Es un registro invisible a los ojos humanos, no aparece en yacimientos de estas cronologías. No hay certezas, por eso hay que llevar a cabo análisis más profundos con esas herramientas y que nos van a permitir visibilizar ese registro, en este caso, el de la existencia del fuego o no», afirma el investigador.

Y no había mejor sitio para recrear esos hogares de hace miles de años que Salgüero de Juarros, un entorno muy similar al de Atapuerca. Por eso, además de Aitor, hace un mes también realizaron un programa experimental para entender el papel que jugó el fuego durante la Prehistoria otros investigadores.