Al igual que la gestión de datos se ha mostrado muy precisa en el control y direccionamiento de los hábitos de compra de los humanos, también lo es en el seguimiento de las rutinas y maneras de prosperar de las plagas de roedores, palomas o insectos, entre otras. En este caso, los sistemas informáticos pueden llegar a matar incluso más que los venenos, con menos gasto y, sobre todo, con muchos menos daños colaterales para el medio ambiente. Este es el ámbito en el que ha surgido Digipest, una novedosa ingeniería burgalesa del mundo 4.0 que nace en el caldo de cultivo del servicio de Emprendedores de la Fundación Caja de Burgos.
La compañía ha sido desarrollada por Carlos Cambra, un oscense de 36 años que es ingeniero de Sistemas, doctor en Industrias de la Comunicación, profesor del Departamento de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UBU y colaborador del Grupo de Inteligencia Artificial de la institución académica (GICAP). Estamos ante un especialista en redes de sensores, tecnología vital en el denominado ‘internet de las cosas’, que no solo atesora toda la experiencia vital como hijo de agricultores sino que se ha especializado en la telegestión de riegos.
Digipest se fundó en junio de 2018 y aprovecha el nicho que se ha abierto en el mercado del control de las plagas de roedores, pájaros e insectos en industrias y entornos urbanos a través del big data, es decir, de la monitorización de los sistemas de detección y de trampeo de estos animales. «Estamos notando especialmente el cambio climático. Plagas casi extinguidas vuelven a resurgir, como las de los chinches, y otras son nuevas, como la del mosquito tigre o la avispa asiática».
Menos tóxicos. Pese a los riesgos potenciales, reflexiona, «cada vez hay más restricciones en el uso de biocidas, por lo que pensamos que el uso de la tecnología no solo reduce el consumo de tóxicos, la contaminación ambiental y los riesgos para otras especies de animales no dañinas».
Además, añade Cambra, sus sistemas rebajan los costes en horas de trabajo de las empresas de control de plagas implantando una monitorización de la evolución de las mismas. Lógicamente, los clientes de Digipest no son, por ahora, los domicilios particulares sino las compañías de control de plagas que trabajan, a su vez, para industrias agroalimentarias, almacenes logísticos, establecimientos de alimentación, grandes edificios, explotaciones agroganaderas o redes de alcantarillado, entre otros.
Digipest nace, básicamente, como un proveedor tecnológico. Su principal producto es el denominado Ditrap, un sistema de sensores (hasta 32) desarrollado por esta ingeniería que puede ser controlado desde un móvil y que permite detectar el movimiento de los roedores, por ejemplo, o las capturas de las trampas de eliminación.
También han desarrollado un ahuyentador láser para palomas o estorninos. Se trata de un sistema con dos kilómetros de alcance especialmente indicado para zonas verdes de las ciudades, campos frutales, piscifactorías y aeropuertos, entre otros.
Inteligencia artificial. Un paso adelante en el que está embarcado este emprendedor es la incorporación de la inteligencia artificial, los algoritmos y el procesado de imágenes para valorar y testar los avances de las plagas. Cambra desarrolla en este sentido un proyecto con el respaldo por el Instituto para la Competitividad Empresarial (ICE) de Castilla y León y la financiación de los fondos europeos Feder. «Con la inteligencia artificial podemos anteponernos al avance de las plagas, conociendo su histórico, las temperaturas y humedades en las que prosperan, monitorizando los puntos más críticos y atacándolos....».
A este respecto, estos sistemas de datos se podrán aplicar, por ejemplo, desde la eliminación de los ratones en un domicilio a la avispa asiática (la reinas) o el control exacto de la población de ratas en la red de alcantarillado de la ciudad.
El objetivo de Digipest, si se cumplen sus planes de negocio, es crear un puesto de trabajo para un técnico superior «a corto plazo» e incorporar un ingeniero en 2021.