Se llama Unidad de Identidad de Género (UIG) y atiende a personas -menores y adultas- que sufren incongruencia de género, es decir, que no están conformes con el sexo con el que nacieron y eso les provoca un malestar emocional. Estamos hablando de hombres y mujeres que creen ser del otro sexo. En marzo se puso en marcha en el Hospital Universitario de Burgos (HUBU) y recibe pacientes no solo de esta provincia sino también de Soria y Palencia. Desde entonces hasta ahora han pasado por allí, según explicó el jefe del servicio de Psiquiatría del HUBU, Juan García Mellado, entre tres y cuatro pacientes al mes, que son tratados por un equipo compuesto, además de por psiquiatras, por profesionales de la Psicología, Endocrinología, Ginecología y Cirugía Plástica, que cuentan con la colaboración de las unidades de Otorrinolaringología, Logopedia y Urología.
Sus funciones consisten en una evaluación integral de los pacientes y, si lo precisan, ofrecerles un tratamiento hormonal: estrógenos y antiandrógenos para personas transfemeninas, es decir, hombres que 'se sienten' mujeres, y testosterona para transmasculinas, y terapia de frenación de la pubertad e inducción de caracteres sexuales secundarios en niñas, niños y adolescentes. También realizan acompañamiento psicoterapéutico en el proceso de «transición», como lo denomina Sacyl, y la valoración de un tratamiento quirúrgico, que no se hace en el HUBU sino que se saca a concurso. El último, de cuatro vaginoplastias (adaptar en el quirófano genitales de varón para que tengan aspecto de genitales de mujer), ha quedado desierto, como ya publicó este periódico.
No hay muchos estudios sobre incidencia y prevalencia de la transexualidad. La Guía de Atención Integral a las Personas en Situación de Transexualidad del Gobierno Vasco, de 2016, hacía referencia a un metaanálisis de 12 estudios que determinó una prevalencia (casos totales) de 4,6 por cada 100.000 personas (6,8 en el caso de hombres que 'se sienten' mujeres y 2,6 en el de mujeres que 'se sienten' hombres). García Mellado da por buenos estos datos, que trasladados a la población de Burgos haría alrededor de unas 16 personas.
De estos tres o cuatro casos mensuales que ve la Unidad, el 80% «se quedan en nada en las primeras consultas», según afirma el psiquiatra, algo que podría estar vinculado al término 'disforia de género de inicio rápido', aún no científico y que no es un diagnóstico formal, pero que se utiliza para definir a adolescentes que dicen sentirse del otro sexo de forma súbita y sin que nadie de su entorno hubiera sospechado nada.
«Esto lo he hablado con los profesionales de mi servicio y, en consonancia con Celso Arango, referente nacional e internacional y presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, vemos hay un boom que a los clínicos nos preocupa, que se apoya en modas y que, probablemente, surge después del confinamiento y el elevado uso de las redes sociales que se hizo. Detrás de esas expresiones y deseos de un adolescente hay dificultades que requieren ayuda porque son chicas y chicos que sufren y seguramente el 80% que lo expresa de esta manera no va a ser trans pero se va a meter en un camino sin retorno si empieza con tratamientos de freno hormonal. Facilitar todo a las personas no es la mejor manera de ayudarlas».
García Mellado es muy crítico con el Proyecto de Ley para la Igualdad Real y Efectiva de las Personas Trans y para la Garantía de los Derechos de las Personas LGTBI, más conocido como Ley Trans, del Ministerio de Igualdad. Esta norma, de aprobarse en sus términos actuales, incorporaría a la legislación la autodeterminación de género, es decir, que cualquier persona pueda constar en el Registro Civil, sin necesidad de probar ni acreditar nada, sin hormonarse ni operarse, que es hombre o mujer, a voluntad. Sustituiría, así, a la ley de 2007 que exigía un informe con diagnóstico de disforia de género y tratamiento hormonal de dos años.
Lamenta el jefe de Psiquiatría que para su elaboración no se haya contado con expertos, que dibuje una sospecha sobre los profesionales de salud mental, que no contemple la experiencia de países que están revirtiendo normas similares y que desprecie lo que, a su juicio, debe primar en la atención a la infancia y la adolescencia: «prudencia, observación y acompañamiento»: «No se pueden acelerar los procesos de maduración de chicas y chicos de 13, 14, 15 o 16 años, que deben saber que porque uno tenga deseos no se van a convertir en derechos. No puede ser que de un día para otro un chico se registre del otro sexo sin asesoramiento y sin el acompañamiento de sus padres».
Insiste en que en esa etapa de la vida pueden probarse distintas parejas sexuales pero eso son, dice, «modelos de aprendizaje que no les deben definir para el futuro»: «Los profesionales siempre estamos del lado de los jóvenes con confusiones y dudas, con los que no se encuentran a gusto con su cuerpo o con su sexo, pero de ahí a inducirles a cambiar y decir que no pasa nada porque son maduros... no podemos estar en esa línea».
«Jóvenes con dificultades». García Mellado añade que asesorar y aconsejar no es «terapia de conversión» como lo denomina Igualdad y que en la Ley Trans se prohíbe, y lamenta que si esta norma se aprueba tal y como está hoy «los profesionales de la salud mental dejaremos de evaluar, y estas personas irán directas a la hormonación y, algunas, a la cirugía».
Este boom de nuevos casos está relacionado, indica el jefe de Psiquiatría, con situaciones de dificultades en los procesos de aprendizaje y maduración, muchas veces relacionados con situaciones familiares complejas «e incluso con abusos o maltrato físico o sexual»: «Luego hay otras comorbilidades como el trastorno del espectro autista, muy pocos, e incluso con los trastornos de la conducta alimentaria, sobre todo en niñas».
No niega el médico que las personas transexuales tengan dificultades en la vida diaria por su condición de minoría «y por tanto vulnerable», por lo que considera adecuado que existan programas y acciones que les protejan: «En cualquier caso, en comparación con la situación que tenían hace unas décadas ahora tienen las oportunidades que cualquier persona, pero siempre van a tener dificultades, un hombre no se va a convertir nunca biológicamente en una mujer ni viceversa. Esto no es posible».