A los 6 años no solo se inventaba historias que dejaba escritas, sino que las juntaba y encuadernaba, convirtiéndose en editor de sus cuentos. A esa edad Diego García (Burgos, 1997) soñaba con ser escritor y publicar algún día sus propios libros, como los que con tanta ilusión sacaba de la biblioteca Gonzalo de Berceo cuando acudía de la mano de su abuelo Blas: «Yo siempre cogía un cuento y él una película de Joselito para que la viéramos juntos», apunta mientras rememora la imagen del hombre leyendo en un sillón rojo, con los ojos iluminados y una sonrisa de felicidad en la cara. «Con este libro no solo cumplo el sueño de publicar, sino también la promesa de hablar de él en uno de los relatos, La sonrisa del abuelo».
Autor de un blog (diegogarciaoficial.wordpress.com), colaborador durante su etapa de estudiante en la revista El universitario de Burgos y productor del postcast La Cueva del Ermitaño, su estreno en la autoedición literaria lo ha querido hacer con sus primeros escritos, los que realizó entre los 12 y los 17 años, sin rectificar el modo en que se gestaron:«No me arrepiento de lo escrito. Creo que no hay que esconder el pasado, aunque se cometieran errores. Porque ese pasado es lo que me ha hecho ser lo que soy ahora. Y todo es un progreso. Parto de aquí y no quiero que se me olvide -argumenta-. Porque la literatura me ha salvado».
La escritura ha sido, y sigue siendo, una forma de evasión, un modo de entrar en otras historias y un medio para relatar las suyas en las que reconoce hay épocas de luz y de sombra, incluyendo dos relatos que hablan sobre el suicidio: «Pasé por esa etapa y me parece que es bueno contarlo y hablar de ello. Yo tuve esa necesidad y antes de en el libro lo publiqué en el blog. Es exactamente la visión que tenía en ese momento, a los 13 años», afirma. «Son las experiencias de un adolescente y creo que pueden servirles a otros. Ojalá yo hubiera tenido acceso a historias que hablaran de estos sentimientos», añade.
En sus cuentos, una treintena divididos en cinco partes, también habla de la ludopatía, la religión y la Iglesia, los recuerdos de la infancia, el enamoramiento, el monstruo de la violencia de género o la mendicidad. El sillón rojo, que se puede adquirir a través de Amazon, es su punto de partida, el libro con el que quiere iniciar una carrera de larga distancia en la que las emociones sean protagonistas de cada una de sus etapas, y donde las metáforas le sigan sirviendo para hablar implícitamente tanto de las zonas oscuras como de las luminosas.
Para este graduado en Magisterio Infantil y estudiante del grado de Español, la literatura -como él mismo cuenta- «es mi pequeña obsesión y, aunque haya algunos a los que les pueda costar aceptarlo, mi vida se rodea de grandes historias, tanto reales como ficticias, y me encanta». De momento, el seguidor de J. D. Salinger y El guardián entre el centeno espera también enseñar a otros jóvenes que la literatura «te puede cambiar la vida». El sillón rojo se presentará en otoño en Espacio Tangente.