La experiencia es un grado. Sino que se lo pregunten a José Manuel García, que a la temprana edad de ocho años pasaba gran parte de su tiempo entre fogones. Mejor dicho, colaborando como buenamente podía en el negocio de unos amigos de la familia. A los veinte ya regentaba su primer negocio, una churrería en Madrid, la traspasó y abrió una pizzería, luego un pub y terminó como cocinero en un crucero. El destino quiso que pisara tierras valencianas y que en Calpe, Laura Falcó se cruzara en su camino. Primero como jefa para después convertirse en su compañera de vida. Hace dos años aterrizaron en Llano de Bureba y en noviembre perdieron sus trabajos. Al enterarse de que la gestión de la Casa Rural de Lences quedaba desierta fueron a por todas. ¡Y cómo se alegran los vecinos de tal decisión!
Los comensales podrán deleitar sus paladares con la especialidad de la casa: las paellas. Especialista en la elaboración de arroces, García afirma que «la estrella de la carta es la de bogavante», aunque quizás por la singularidad de sus ingredientes, la de pato con foie «está saliendo también bien», afirma. Para los más clásicos la oferta incluye paella mixta, de carne, de marisco o negra. Importante reservar no vaya a ser que se queden con las ganas... Quienes prefieran un picoteo pueden ‘llenar el estómago’ con generosas raciones de bravas, oreja, langostinos, riñones al Jerez entre otros. Sin olvidar que en la terraza se ubica una parrilla donde asan los irresistibles chuletones de ternera de Aliste, los chorizos, morcillas o el marisco.
En época de coronavirus hay que tener agallas para arrendar un negocio semejante. A José Manuel y a Laura les sobran. Confiesan que han invertido parte importante de sus ahorros en dar un lavado de cara tanto al mobiliario de las habitaciones -somieres, colchones, estanterías- como al bar, comedor y terraza. «No podíamos dejar pasar la oportunidad porque el lugar es extraordinario. Cuando acaben las restricciones podemos albergar a unas 200 personas en el exterior y a otras tantas en el comedor interior», aclara el madrileño.
La respuesta de los vecinos y de los viajeros «no puede ir mejor». La pareja calcula que de media han dado de comer durante las tres semanas que lleva el negocio abierto a unas 12 personas entre semana y a 25 los sábados y domingos. «Nos sorprende la cantidad de gente de Burgos capital y de pueblos de la zona sur de la provincia que nos están visitando. Los menús de lunes a viernes están a 10 euros y los fines de semana a 12,50», añade el chef.
El esfuerzo del equipo de gobierno por embellecer el pueblo comienza a ver sus resultados. Quizás la pandemia haya tenido algo que ver pero en los últimos años el turismo se ha visto incrementado considerablemente. El paso de la Vía Verde Santander-Mediterráneo por la localidad también ayuda. Los viajeros que opten por pernoctar en Lences podrán hacerlo por 20 euros por persona y noche en la casa rural.
Un hombre de mundo como José Manual, conocedor del trabajo hostelero diurno y nocturno, no podía dejar de lado su maña con las cocteleras y una vez que se puede alargar algo la noche pretende preparar combinados y copas para los clientes que se servirán en un espacio chill out que la pareja, con la ayuda de un vecino carpintero, prepara con mimo.
Asimismo, permanecen en contacto con clubs moteros de Burgos a los que ofrece un arroz gratis a cambio de que hagan su ‘paradita’ en el pueblo. «Solo tendrán que pagar las consumiciones, la comida corre a cargo de la casa», explica el hostelero. Ya han recibido la visita de cuatro grupos que quedaron «encantados «con el servicio.
Pretendientes del negocio. La oferta pública de arrendamiento de la Casa Rural de Lences despertó el interés de decenas de personas, incluso del otro lado del charco. El concejal José Ignacio Moral asegura sorprendido que recibieron solicitudes de información como la de una pareja de Argentina, otra ucraniana o residentes en Murcia, Soria y Burgos.