Ya sea por su estilo particular, por su valor artístico o por ser una tradición estética en las calles del centro de la capital ribereña, hay un amplio número de establecimientos comerciales que destacan por su rotulación o su fachada, o por ambas cosas. Son esos comercios que dotan de personalidad al centro histórico de una localidad y cuya imagen pende de que los sucesivos gerentes o propietarios quieran conservarla.
En la normativa urbanística de Aranda de Duero hay dos documentos, el Plan Especial del Casco Histórico (PECH), aprobado en abril de 1990, y el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), en proceso de modificación, y en ninguno de los dos se incluyen artículos que permitan que estas señas de identidad estética del tejido comercial arandino se puedan o deban conservar. De hecho, la redacción del articulado es tan difusa que cuesta extraer qué estética es la que se pretende implantar como propia del centro de la ciudad.
En el caso del PECH, tiene un artículo dedicado a «Muestras y letreros», en el que se especifica que los rótulos tienen que ser «letras sueltas de tipo clásico, sobrepuestas o pintadas directamente a la fachada» y de un material «adecuado al carácter de la fachada (bronce, hierro, maderas, etc...)» aunque deja la puerta abierta a «autorizarse otros tipos de muestras». La nueva redacción del PGOU es algo más concreta en lo que a medidas se refiere para los rótulos, pero sobre la estética de los escaparates no dice nada, más allá de que deben conservar la estética de la fachada, aunque en múltiples casos éstos difieren de las plantas superiores.
El PGOU incluye un amplio catálogo de edificios, soportales y otros elementos urbanísticos y arquitectónicos, pero pasa de largo los locales comerciales y sus rótulos, con mínimas excepciones. Una de ellas es el edificio de la calle La Sal número 7, dónde en su día estuvo abierto el ultramarinos Casa Benito. «Destaca el rótulo original del comercio», remarca este catálogo. Rótulo que ahora aparece recreado en una intervención para mejorar la estética de la fachada y que es obra del polifacético artista arandino Alejandro de la Higuera, al igual que el de Casa Requejo, que se ha conservado en la calle Béjar 17, aunque el establecimiento ha cambiado de nombre, gerencia y sector. También de vidrio y con letras doradas, aunque con distinta tipografía, es la rotulación de la Joyería Holgueras, en la Plaza Mayor 9, que ahora está cerrada.
Otro tipo de estética en los rótulos de los establecimientos comerciales arandinos son los realizados en hierro negro con unas características letras blancas, que se pueden ver en la librería Cesáreo Esteban, en el asador Casa Corrales o en el Mesón de la Villa, aunque éste ahora luce en un tono vino.
En un amplio abanico de estéticas se mueven los establecimientos que llevan décadas formando parte de las calles arandinas. Ejemplos como la pastelería Tudanca y Valdazo, que son dos de los pocos comercios centenarios que perduran en Aranda, Los Dos Hermanos y Romera, ambos ya cerrados, Bautista o La Amuebladora, que siguen en activo atendiendo a sus clientes, lucen en sus escaparates unos rótulos que los dotan de personalidad propia.
Más actuales pero con una identidad propia podrían destacarse otros locales como la Bodega histórica Don Carlos, que perdió su condición de droguería hace años pero que mantiene un rótulo que pasa por ser el más fotografiado de Aranda; Casa Silviano y su particular guardia de tráfico, que entra más en la categoría de anécdota local que en el de trabajo de calidad artística; la fachada de piedra con sus vanos para la puerta y ventanas de la farmacia Lázaro, o el Bar Moderno, que antaño tenía continuidad con la pastelería del local contiguo, de igual denominación pero en femenino.
En un repaso a las fichas del catálogo creado para este documento urbanístico, llama la atención que, por ejemplo, aparezcan para su protección todos los inmuebles de la Plaza Mayor, con su distribución de ventanas, balcones y columnas de los soportales, pero se pase por alto los bajos comerciales y su estética, con algunos ejemplos con décadas de antigüedad. Sin embargo, sí se encuentran anotaciones de un rótulo «de los años 50» en la calle Santa Lucía.
Luego hay otros establecimientos 'de los de toda la vida' que aparecen reflejados en el catálogo del PGOU modificado y en trámites de aprobación desde hace años, aconsejando su cambio estético. Es el caso de la ferretería Rodríguez Arciniega, que en el caso de que se hagan obras se sugiere «adaptación de locales en planta baja para su integración en fachada».
Para más adelante. En el orden de prioridades del Ayuntamiento arandino no está el dotar de algún tipo de protección de estos u otros rótulos, escaparates o, incluso, interiores de establecimientos, como sí ha planteado el Consistorio burgalés, que ha creado un catálogo de comercios para proteger su valor. «No sé si es demasiado importante. Aquí en Aranda podría haber tres o cuatro, no creo que haya más, pero eso se puede hacer después, cuando tengamos el PGOU aprobado, si es aconsejable y si es bueno, porque tiene sus problemas también, pero se puede hacer después», valora el concejal de Obras y Urbanismo, Alfonso Sanz, que considera que primero es contar con el documento urbanístico adaptado a la normativa regional para después abordar temas de este estilo. «Los estudios de detalle o modificaciones es una competencia del Ayuntamiento, así que lo podríamos hacer nosotros sin ningún problema, lo que no vamos a hacer ahora es retrasar todo el proceso en el que nos encontramos», zanja el tema en el aspecto administrativo.
Otra cosa son los ámbitos que se podrían proteger, porque Sanz insiste en que «las fachadas está metido dentro del PECH, van a tener que conservarlo sí o sí», a pesar de que ese documento es difuso e interpretable, sin marcar de manera estricta qué se debe mantener en la estética de los edificios, centrándose más en la arquitectura de las plantas superiores que en la de los bajos comerciales.
Además de que el edil de Obras no apunta a más de media docena de rótulos que merecería la pena conservar, sin hacer un análisis exhaustivo, sólo un repaso de memoria por el centro arandino, Sanz apunta que implementar cualquier tipo de protección a los locales comerciales y sus elementos característicos tiene sus pros y sus contras. «Hay tiendas que tienen un recorrido que hay que proteger pero también hay que ayudar a esa protección porque no le puede obligar a un establecimiento a cargar con el coste de mantener algo que queremos que sea de la ciudad. Eso se puede estudiar», vuelve a remarcar apelando a que no se haría en este mandato.