Aunque fue el 1 de diciembre de 1983 cuando tomaron oficialmente posesión de su cargo, las dos primeras mujeres que entraron en la Policía Local de Burgos, Concepción Martínez y Marimar Báscones, ya llevaban cinco meses en lo que llamaban 'la academia', es decir, recibiendo clases específicas para las tareas a las que tendrían que enfrentarse, una formación que ahora se hace en Ávila pero que ellas desarrollaron en el antiguo conservatorio de las Bernardas. Para llegar a ese punto tuvieron que aprobar el examen teórico y físico al que se sometieron en igualdad de condiciones con sus compañeros varones salvo en las pruebas físicas, que estaban adaptadas a las circunstancias del cuerpo femenino. Báscones recuerda que siempre le gustó el trabajo de la policía y que el hecho de que su hermano hubiera entrado el año anterior le hizo pensar que podría ser una buena opción laboral y tomar la decisión de prepararse estudiando mucho y entrenando: «Me lo tomé muy en serio... y lo conseguí».
«Era un momento en el que no había mucho empleo, yo estaba estudiando en el instituto Cardenal López de Mendoza, me gustaban las ciencias y tenía en mente irme a Salamanca a estudiar Biología pero, al final, me tiró más esto», cuenta esta mujer, ya jubilada, que recuerda que se tuvo que habilitar una zona en el antigua sede de la Policía Local de la calle de la Merced como vestuarios y lavabo para ella y su compañera. Cuarenta años han pasado ya de todo aquello.
La recepción por parte del resto de la plantilla fue buena, dice. No recibieron nunca ningún mal gesto ni vieron una mala cara. Si acaso, quizás algo de sorpresa, pues era inédito hasta entonces en esta ciudad que una mujer ejerciera labores de seguridad pública, no así en el resto de España donde desde 1970 los diferentes ayuntamientos las fueron incorporando, el primero, el de Córdoba, donde ejercieron funciones de tráfico y prácticamente de guías de las zonas más turísticas. Porque Marimar y su compañera no solo fueron las primeras policías locales -municipales, se decía entonces- sino también las primeras mujeres en formar parte de un cuerpo de seguridad en sus dependencias de Burgos porque en ese tiempo ni la Policía Nacional ni la Guardia Civil tenían aún féminas entre quienes trabajaban dentro de la geografía provincial. Esto hizo que en algunas ocasiones las novísimas policías locales fueran requeridas por sus colegas de esas instituciones para cachear a alguna mujer detenida.
Marimar Báscones, junto a tres jóvenes recién llegadas a la Policía Local de Burgos. - Foto: Alberto Rodrigo¿Municipales o enfermeras? Lo primero que hicieron 'las municipales' fue patrullar toda la jornada por la calle. Por eso, el recuerdo más nítido que tiene Marimar de sus primeros días como policía fue el frío que pasó aquel diciembre en Burgos. Porque, además, ella y su compañera llevaban falda -«en el primer cambio de uniforme que hubo pedimos que nos pusieran pantalones porque era bastante incómodo»- un detalle no menor que les diferenciaba sustancialmente de sus compañeros, al igual que la gorra con la que se tocaban, que era diferente que la de ellos: «Tenía una forma vertical, como de aviador... Una vez un señor nos preguntó que cómo se curaba una herida... porque nos confudió con enfermeras».
Marimar fue destinada a la Plaza del Cid (su compañera, a la de Vega) y allí estaba, a la intemperie, las ocho horas de su jornada laboral ayudando a regular el tráfico y a hacer funciones de información, es decir, escuchar y resolver las demandas que pudieran hacerles la gente que pasaba por la calle. «Los compañeros sí que iban en pareja pero a nosotras nos pusieron en un punto distinto a cada una y allí atendíamos los requirimientos de los ciudadanos y estábamos pendientes del tráfico porque aunque, por supuesto, ya había semáforos, aún quedaba algún compañero con aquellos cascos blancos regulando los coches».
Como era una auténtica novedad en esta ciudad, los primeros días, lógicamente, la gente no les quitaba el ojo pero nunca nadie les dijo nada... al menos a la cara. Porque sí que fue frecuente que a una cierta distancia se produjeran comentarios machistas. «A alguno sí que le escuchamos decir que más vale que estuviéramos fregando en casa», rememora, divertida.
Marimar Báscones y su compañera -que durante 18 años fueron las únicas mujeres del cuerpo; aspirantes hubo pero hasta el 2001 no consiguió entrar ninguna- han estado de distintas secciones como policías de barrio, en la sala de comunicaciones o en la del 112: «Hacíamos las mismas intervenciones que nuestros compañeros pero no nos daban la posibilidad de optar a otras secciones que nos interesaran más, algo que ahora ya, por suerte, no ocurre», afirma, esta mujer que hasta hace muy poco no ha sido consciente del ejemplo que ha supuesto para otras. «Hace poco una mujer guardia civil me dijo que se animó a presentarse porque me conocía y sabía que yo era policía, nunca había pensado en ello pero me alegro de que haya pasado». La importancia de tener referentes.
En la actualidad, hay 19 mujeres en la Policía Local, cuerpo que la semana que viene celebra su patrón, San Sebastián. De ellas, 10 están en las unidades de protección ciudadana; tres, en la Unidad de Gestión de la Diversidad; 4, en la Unidad de Policía Administrativa; 4, en la sección de Atestados y una en la Unidad Canina.