Los efectos del cambio climático podrían provocar una disminución de las aportaciones en la cuenca del Duero hasta del nueve por ciento en 2040, del 15 por ciento en 2017 y hasta del 25 por ciento dentro de 80 años. Así lo desvela un informe elaborado por la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad de Burgos (UBU) consultado por Ical, en el que se advierte de que los embalses de regulación de la cuenca del Duero tienen capacidades «muy pequeñas» respecto de las aportaciones de los ríos en sus emplazamientos, alrededor del 60 por ciento e incluso por debajo de esta cifra.
Según el estudio, los recursos naturales estimados para dentro de 20 años podrían reducirse hasta los 10.341 hectómetros cúbicos por año en la cuenca del Duero (frente a los 11.886 hectómetros cúbicos actuales) y hasta 14.500 hectómetros cúbicos anuales en el caso de Castilla y León (frente los 16.501 de la actualidad). Para el año 2069, estos valores podrían disminuir hasta los 9.500 y 13.300 hectómetros cúbicos anuales, respectivamente.
Pese a que la cuenca del Duero tiene una capacidad de embalse del orden de 8.000 hectómetros cúbicos, más de la mitad de esta disponibilidad no puede utilizarse para «regulación general» porque se trata de un recurso de uso «exclusivamente hidroeléctrico» y, en especial, porque se encuentra situado en el tramo final del Duero en territorio español, aguas abajo de las demandas urbanas, industriales, acuicultura o de regadío, por lo que el volumen de embalse total para regulación puede estimarse en 3.800 hectómetros cúbicos, como explica el informe.
«Este valor es muy bajo en términos absolutos y en términos comparados con otras cuencas» teniendo en cuenta como parámetros de referencia tanto recursos naturales como superficies o demandas de regadío, así como demandas totales, recogen las conclusiones del informe, que incide en que la regulación de los embalses del Duero es «muy pequeña». La imposibilidad de regular las aguas durante un periodo superior a un año hace que en términos generales sean muy dependientes de la pluviometría de cada año.
Demandas de regadío
Las demandas de regadío suponen en Castilla y León alrededor del 85 por ciento de las peticiones, excluidas las hidroeléctricas, y su evolución prevé que a medio plazo supongan un aumento de superficie pero un incremento algo menor de la demanda dado la modernización y transformación de regadíos.
En la actualidad, el informe cifra las demandas en 4.300 hectómetros cúbicos (3.500 de regadío) y a medio plazo de 4.700 hectómetros cúbicos (3.900 de regadío). Teniendo en cuenta todos estos aspectos, los sistemas de explotación con mayores problemas son el Órbigo, Carrión, Cega-Adaja-Eresma y el sistema Bajo Duero.
Ejecución de presas
El documento también plantea la ejecución de todas las presas incluidas en el Plan Hidrológico de la Demarcación del Duero 2015-2021; con nuevos embalses de regulación en el Alto Duero (Velacha y Majada de las Leguas); otros medianos embalses (Los Llano de Tormes y Eria y Duerna) o la reconsideración de embalses ya planteados anteriormente y abandonados, con alturas más reducidas y la posibilidad de incorporar actuaciones ambientales compensatorias (embalse de Omaña, embalse de Bernardos y embalse de Vidrieros).
Otra de las propuestas es el incremento de regulación en los embalses importantes mediante recrecidos.
Es el caso de embalses de cabecera como el de Barrios de Luna, Porma, Riaño, Cuerda del Pozo, Compuerto o Camporredondo; embalses en tramos medios como Santa Teresa o Aguilar de Campoo; otros recrecidos, en Linares del Arroyo; y otros posibles recrecidos en presas recientes como Irueña y Castrovido.