El bronce hallado el pasado año cerca de Pamplona en un yacimiento arqueológico del año I a.C. con inscripciones que, según los especialistas, es antiguo aquitano o lengua vascónica, se ha considerado el primer registro conocido del euskera. La Mano de Irulegui, que así se llama la pieza, ha revolucionado todas las tesis anteriores sobre el origen de esta lengua. Lengua que también llegó a hablarse en distintas zonas de Burgos entre los siglos IX yX, como reveló en 1935 el historiador e investigador José Bautista Merino. En un estudio titulado 'El vascuence hablado en Rioja y Burgos' señalaba éste que el área del vascuence «se extiende también por los pueblos de la provincia de Burgos lindantes con la de Logroño, en una zona de bastante profundidad, que llega hasta las cercanías de la capital burgalesa, como así lo he visto después probado por la abundante toponimia menor que he recogido (...) Estas aportaciones nos enseñan que el vascuence se habló tardíamente, por lo menos en toda la Rioja alta, la Bureba y cercanías de Burgos (comarca de Juarros), corriéndose también por la montaña hasta Valdelaguna, del partido de Salas de los Infantes, cuyas actuales regiones corresponden a la primitiva población de Berones, Austrigones y Turmódigos, puebloslimítrofes de los Vascones, y por consiguiente los restos del vascuence que en ellas encontramos demuestran que lo hablaron las citadas tribus».
Una de las tesis que emplea Merino es que esos vestigios «fueron un resto o sedimento de los Vascones, que en su época tardía (siglos IX y X) pasaron el Ebro a repoblar la Rioja y la Bureba, que acababan de desalojar los árabes, siguiendo el impulso natura1 de trasladarse a tierras más fértiles». Pero sostiene otra tesis más, ya que estima poco consistente ese argumento «porque en tal caso los rastros serían menores, ya que el lapso de tiempo de esa habitación será entonces pequeño para legarnos hasta el día el abundante materia1 aludido y, por otro lado, no tendríamos la diferencia de zonas que se perciben hoy con más o menos abundancia de voces vascas, y precisamente están en segundo término los lugares que corresponden al paso de las tropas castellanas que empujaron a los árabes hacia el Sur, y que por contraste fue este empuje el que mantuvo el vascuence en las montañas vasconas y en las riojano-burgalesas, pues de no haber tenido Castilla este designio imperial es indudable que los árabes hubieran quedado mayor espacio de tiempo en el Norte de la Península, con evidente peligro para su elemento aborigen».
Además de este argumento, existe otro según el investigador. «Antes de esos siglos encontramos documentos en los que aparecen nombres toponímicos euskéricos dentro del perímetro de las regiones referidas, lo que es prueba clara de que con gran anterioridad había ya en ella población que hablaba vascuence. (...) Y sobre el extenso número de material toponímico, no debe olvidarse aludir a la existencia actual en esas regiones de apodos y frases sueltas, total o parcialmente euskéricas, y que algunas costumbres y danzas sean idénticas a las que actualmente tienen expresión en las Vascongadas».
Y La Demanda. Otro historiador, Luis María Mújica, registró en un estudio, décadas después, hasta «mil ciento cincuenta toponimos vascos». Y ampliaba la tesis de Merino a tierras de la Demanda, donde defiende que hay más toponimia euskérica que en la Bureba o los Juarros.«Como era de esperar, de la pervivencia de restos de una habla, ya extinguida hace mas de seiscientos años, los topónimos llegados a nosotros contienen muchas adulteraciones, metatesis, síncopas y otros cambios; con todo, tales nombres son vascos o vascoides, indiscutiblemente, y, por ello, testimonio de la existencia de una Vasconia lingüística mucho más amplia que la actual, siendo la Castilla actual punto de unión con Vasconia, mucho mas que de separación».