Nadie diría al pasar junto a la carretera de Lezana de Mena y observar la puerta principal de entrada a la industria química de material fotográfico de Valca que escondido entre los árboles y la vegetación se encuentra un complejo fabril de casi 42.000 metros cuadrados y numerosos edificios devorados por el olvido. Un informe del Seprona, emitido en julio tras inspeccionar a fondo las instalaciones y al que ha tenido acceso DB, concluye que hay "presencia de residuos peligrosos de diversa naturaleza, nada despreciables en su cantidad y con efectos tóxicos, que al estar abandonados y sin acceso restringido, suponen un riesgo muy grave para la salud de las personas que pudieran estar expuestas a los mismos... y para el medio ambiente... máximo al estar al lado de un río eutrófico", el Cadagua.
Fruto de esta investigación que el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil inició en otoño de 2019, el Juzgado de Villarcayo, a solicitud de la Fiscalía, ha ordenado la retirada cautelar de esos residuos. La responsable de esta tarea debería de ser la empresa propietaria del complejo, Mena Aceros y Metales S.L., pero su silencio ante todos los requerimientos que recibe de las diferentes administraciones ha llevado a la juez a encomendar la retirada de residuos peligrosos a la Consejería de Fomento y Medio Ambiente, según informan desde la Delegación Territorial de la Junta en Burgos. En estos momentos, se están solicitando ofertas a empresas gestoras autorizadas para proceder a la limpieza de la antigua Valca, pero desde la Junta adelantan que el coste de los trabajos podría suponer un desembolso de más de 100.000 euros. Esta cantidad, que inicialmente saldrá de las arcas regionales, la tendrán que abonar quienes el Juzgado considere finalmente los responsables de las instalaciones.
La inspección llevada a cabo el pasado 8 de julio derivó en el precinto de las instalaciones, a las que desde entonces está legalmente prohibido el acceso. La Policía Local del Valle de Mena y la Guardia Civil vigilan Valca, pero lo cierto es que es muy sencillo entrar en el recinto y desaparecer entre la maleza en unos segundos por los numerosos huecos de su desvencijado cierre perimetral. La inspección comandanda por especialistas del Seprona contó también con la presencia de agentes medioambientales de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente que "levantaron denuncia administrativa por abandono de residuos" y personal del Laboratorio Ambiental Regional, así como técnicos de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico.
La jueza ordena retirar los residuos peligrosos de Valca - Foto: Alberto Rodrigodepósitos enterrados. La principal motivación de la inspección fue la localización de cinco depósitos enterrados descritos en las diligencias abiertas en 1998 por el Juzgado de Villarcayo y que desembocaron en el traslado en octubre de ese año de unas cien toneladas de residuos tóxicos y peligrosos que habían quedado abandonados en la antigua factoría. Situados en una zona aneja al Cadagua, ya en 1998 los antiguos trabajadores de Valca apuntaban a DB que los tanques con ácidos eran vaciados periódicamente para renovar la protección interior y evitar corrosiones y escapes. Sin embargo, pasadas más de dos décadas, los técnicos que entraron en Valca el pasado julio pudieron comprobar como aún siguen allí ocho depósitos enterrados, que en algunos casos han traspasado las raíces de los árboles y en los cuales se constató "la existencia de líquido residual peligroso en su interior", del cual se sacaron muestras para su análisis y evaluación del impacto ambiental en caso de un vertido al río Cadagua.
En las instalaciones de Valca también se comprobó la existencia de "escorias, arenas de fundición, ladrillos refractarios en los que no se descarta la posible existencia de amianto...", etc. Estos residuos probablemente son fruto de la actividad de recuperación de materiales y reciclaje de objetos, chatarras y residuos que la firma Mena Recycling S.L. llevó a cabo en el complejo fabril entre 2004 hasta 2014, fecha en la que entró en concurso de acreedores hasta su liquidación. De estas escorias también se tomaron muestras ante la posibilidad, según indican los informes, de que cada vez que llueva se puedan generar vertidos incontrolados al río Cadagua de lixiviados que contengan metales pesados.
Igualmente, se revisó la zona de acopio de materiales residuales químicos peligrosos y aceites industriales usados y la planta superior -antigua zona de laboratorios- y se comprobó "que era una zona donde accedían personas, con el consiguiente riesgo para su salud, al encontrarse una botella de 3 litros éter abierta y en la que quedaban unos 200 ml". También se encontraron "otros materiales químicos peligrosos".
Por todo ello, el Seprona insiste en que la situación de la planta química de Valca implica "diversas amenazas de daños" sobre el cauce del río Cadagua y su zona de influencia y entorno natural que "pueden derivar en riesgos significativos que producen efectos adversos sobre la salud humana". Asimismo, incide en la facilidad para que terceras personas accedan a las instalaciones y la "inseguridad de las estructuras" de los edificios "en estado ruinoso y que pueden colapsar en cualquier momento y derrumbarse".
El declive de Valca supuso la pérdida de 300 empleos. La factoría de material de fotografía y películas de rayos X de Sopeñano de Mena se fundó en 1940 y cerró sus puertas en 1993. En ella llegaron a trabajar cerca de 500 personas en los mejores momentos y una media de 300, lo cual convertía a esta empresa en la más importante de la comarca. Además, cien eran mujeres lo que suponía una gran inserción laboral femenina. La cara B fue la letalidad que supuso para las aguas del río Cadagua, como el exalcalde, Armando Robredo, señalaba en el prólogo del libro Valca, triste final, de José Ibarrola. El cierre llegó ante la imposibilidad de enfrentarse a un mercado globalizado tras el fin del proteccionismo de la Dictadura. En ese momento, Valca ya solo empleaba a 147 personas.